La confianza, según especialistas de diversas áreas del conocimiento sobre "lo humano", es una base fundamental para el desarrollo de relaciones positivas. En la pareja, con los hijos, entre vecinos, y no se diga frente a los gobiernos, la confianza constituye un elemento animador o desalentador, cuando no existe, de dinámicas sanas.
Parametría es una empresa que se dedica a investigar y analizar opiniones sobre la imagen de instituciones e individuos, y sus resultados contribuyen al conocimiento de indicadores como la confianza que la ciudadanía en México tiene en sus instituciones públicas. A partir de ésta y otras mediciones, se espera que quienes son evaluados desarrollen estrategias para revertir los malos resultados, no en términos mercadológicos o publicitarios, sino desde un enfoque de transformación para mejorar la eficiencia y eficacia de su trabajo.
En general, los resultados de Parametría arrojan que apenas el 21% de los mexicanos confían siempre o casi siempre en lo que hace el Estado; el 69% opina que el gobierno es conducido para el beneficio de "algunos cuantos"; el 44% cree que el gobierno malgasta todo el dinero que recauda en impuestos; el 53% considera que muchos funcionarios son corruptos y sólo el 5% que no lo es ninguno.
Frente a la realidad y a partir de esas percepciones, la ciudadanía se ha organizado. Las organizaciones de la sociedad civil no son nuevas, ni homogéneas, ni inmaculadas ni perfectas. Existen en cada contexto y espacio en donde uno o muchos ciudadanos se han percibido vulnerables, o han coincidido en objetivos y proyectos. La crítica más reciente que pretende descalificarlas al parejo, evidencia de fondo la mezquindad y la evidente resistencia de los grupos de poder que se sienten cada vez más señalados y en peligro de perder sus privilegios.
Las organizaciones nos hemos constituido como espacios -con mayores o menores capacidades financieras, técnicas u organizativas- de participación ciudadana con enfoque de incidencia en políticas públicas. Todas, asistenciales o no, pretendemos transformar el pedacito de realidad al que nos hemos enfocado.
A PC29 le ocupan la transparencia, la promoción de mejores prácticas democráticas y las condiciones que permitan participar efectivamente a la ciudadanía: marcos legales, vías institucionales, garantía de nuestros derechos. Y en este afán, por la oportunidad que la coyuntura nacional y local ha permitido, hicimos nuestra la bandera de la lucha contra la corrupción. Compartimos esfuerzo con otras organizaciones, con medios de comunicación, con académicos y funcionarios (sí, creemos que las y los funcionarios honestos también pueden y deben ser aliados) intentando participar en la construcción de los canales institucionales, de los marcos legales que se han propuesto y conformado desde el centro y en los estados para dar una respuesta, imperfecta, discutible, pero viable, a los graves problemas de desarrollo y desigualdad que la corrupción y la impunidad generan.
Así los sistemas nacional y locales anticorrupción se conforman por instituciones de gobierno bajo un esquema de coordinación necesaria, y con un grupo de consejeros ciudadanos en el centro, que ayude a vincularlas y promueva los temas que la sociedad civil (organizaciones y ciudadanía en general) proponga al sistema. Básicamente, este diseño institucional parte de aquella desconfianza que se ha medido y señalado, y que no es gratuita, hacia la falta de autonomía funcional de parte de quienes han formado parte de partidos, instituciones públicas o grupos claramente identificados con actores del gobierno. Así se refleja en el espíritu de las leyes y convocatorias, de los foros de debate, estudios académicos y congresos.
Sin embargo, en Coahuila pudieron colarse individuos que poco o nada responden a esta lógica ciudadana en la construcción del SEA (Sistema Estatal Anticorrupción) y desde la silla siguen cuestionando y elaborando argumentos contra estos fundamentos. ¿Todos los funcionarios son corruptos? No. ¿Todos los miembros de la sociedad civil son santos? Tampoco. Pero es deber, y para ello han rendido protesta, integrar a ciudadanos independientes y capaces a las filas del sistema. Han logrado, por segundo año, dibujarle más rayas al tigre de la desconfianza y cerrar los espacios de diálogo que podrían estarse construyendo.
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