RECORDANDO A ESCRITORES DE COAHUILA Y ZACATECAS. No. 35RECORDANDO A ESCRITORES DE COAHUILA Y ZACATECAS. No. 35
El Lic. Federico Elizondo Saucedo, escritor, maestro y funcionario público, escribió un extenso artículo de 10 partes y 14 páginas, en la Revista "Nuevo Cauce" número 3 de junio de 1966, titulado "ASDRÚBAL. Toda la sangre del mundo por una gota de luz".
A continuación, transcribo el número 1 y parte del No. 9, como sigue:
"León Felipe vino de la paramera Castilla con un mensaje que pregonó por los países del Sur: el mensaje de la verdad y de la esperanza. Pero los fariseos le gritaron: 'mientes'... y los poetas callaron hipócritamente. Los poetas defendían su becerro de oro y enmudecieron por cobardía".
"Arribaron los fariseos, buscando oro blanco, a esta tierra lagunera que hoy me cobija. La aventura les atrajo y la ventura les perdió. Cosecharon algodón y compraron púlpitos y tribunales, leyes e indulgencias: también compraron poetas para no morirse de tedio. Pero esos poetas rehusaron anunciar la verdad y repetir con el mesiánico profeta: '¡Nos robamos el salmo! ¡Tenemos el Salmo!'".
"León Felipe debe saber que si adoran al becerro de oro no son poetas; que nada se perdió, y no hay porqué entristecerse. Que algunos no somos fariseos, ni poetas, ni hemos vendido nuestra esperanza ni ignorado nuestra alma, que entendemos sus palabras y su verdad, que las hacemos nuestras y nos consideramos cómplices en el robo del salmo. Por ello, de ahora en delante, como el alfable Walt, 'cantaremos hasta que nos muramos' ¡Nos hemos robado el Salmo!...".
"...9. Asdrúbal se molestaba visiblemente cuando se pretendía definir al hombre. Y alegaba".
"El hombre no es una fórmula, sino una dinámica realidad concreta: no es un precipitado cuyos ingredientes pueden separarse y analizarse, sino una unidad integral comprensible. Quien quiera cuantificar las actitudes humanas en las diversas peripecias sociales, tendrá que conformarse con una elaboración artificiosa e incompleta, ya que la dimensión humana rebasa todos los patrones operativos psicosociales. Se puede tratar de comprender al hombre, pero sólo eso. Lo demás es charlatanería. Comprendemos a nuestros semejantes al través del 'Nada humano me es desconocido por que yo soy el hombre. Pero no podemos garantizar la reiteración de ninguna actitud humana por simple que sea porque el hombre es paradójico en la selección momentánea de su comportamiento y en una escala que va del heroísmo a la cobardía, del bien al mal, del sacrificio a la despreocupación".
"Por ello, en cuanto pretenda encerrar a 'ese complejo de medidas de ataque y defensa', que dice Alder, entre los muros de cuatro palabras, se tendría aprisionada la materialidad corpórea, pero no la calidad humana auténtica".
"Juzgar los actos ajenos en función de una moral convencional, nos transforma en Radamantos ensoberbecidos, porque los actos humanos traspasan cualesquiera apreciaciones dogmáticas: no caben en explicaciones inferenciales ni en esqueléticosa prioris".
"Si a los asertos anteriores agregamos la condenación de los criminales - pero felicitate societas - aumentamos la dificultad de la resolución. Porque no se trata de enjuiciamiento de unidades comprensibles estáticas, sino dinámicas, que debe ser entendidas en su función, en su circunstancia, en su condición. Sólo una moralidad política no conmutativa puede fincarse en la consideración de que la sociedad es más importante que el hombre. Porque el hombre para sí - yo para mí, tú para ti es lo más importante, Obermann y Unamuno".
"Mientras se sacrifique al hombre - individualmente considerado en aros de palabras vanas - sociedad, estado - se corre el riesgo de olvidarse que las unidades acumuladas producen por adición millones de individuos y una ideología puntiva y criminal podrá cortar el cuello a los millones, como si se tratase de uno, por haber partido de la consideración social y biológica de los millones. Teilhard de Chardin lo entendió al expresar: 'Yo soy una muchedumbre...'".