Portada de la revista El Puente, hecha por D. Gustavo Montes.
PORTADA DE LA REVISTA CULTURAL EL PUENTE EN 1990. No. 42PORTADA DE LA REVISTA CULTURAL EL PUENTE EN 1990. No. 42
Un nuevo y serio intento de promover la cultura en Torreón, lo empezamos hace 29 años, en 1990, un grupo de escritores FUNDAMOS LA REVISTA "EL PUENTE", del que obran en mi poder 12 fechas de las que iré reproduciendo parte de los artículos originales publicados.
"EL PUENTE", con su Consejo de Dirección formado por Christian Collier de la Marliere, Felipe Garrido, Javier Garza de la Garza, Carlos Jalife García, Saúl Juárez, Juan Manuel Ramírez y Sonia Salúm.
Y el Consejo Consultivo lo formamos: Homero del Bosque Villarreal, Roberto Cisneros, Agustín Churruca, Frida Sosa, Luis González y González, Beatriz González de Montemayor, José María Muriá, La Opinión, José León Robles de la Torre, Joaquín Sánchez Matamoros, El Siglo de Torreón, Elías Trabulee, Editor, Felipe Garrido, Jefe de Redacción, Francisco José Amparán, y varios más, como Salomón Atiyeh, Fernando Martínez. Portada y Viñetas, Gustavo Montes.
El primer artículo de "El Puente" de Bernardino de Sahagún, titulado: "El Método de Sahagún", dice:
BERNARDINO DE SAHAGÚN: "EL MÉTODO DE SAHAGÚN": El Franciscano Bernardino de Sahagún explica el método que utilizó para encontrar a sus informantes y rescatar los datos que dieron origen a su Historia General de las Cosas de Nueva España. Destaca a los informantes principales y agradece, como se sigue haciendo en la actualidad, la contribución de los copistas que pusieron en limpio sus escritos. Sahagún trabajó su obra en zonas aledañas a la Ciudad de México, durante casi cuatro décadas, entre, aproximadamente, 1540 y 1580, (Editorial Porrúa, México, 1989, Colección "Sepan Cuántos…").
"Todos los escritores trabajando autorizan sus escrituras lo mejor que pueden, unos con testigos fidedignos, otros con otros escritores que antes que ellos han escrito, los testimonios de los cuáles son habidos, por ciertos; otros con testimonio de la Sagrada Escritura. A mí me han faltado todos estos fundamentos para autorizar lo que en estos doce libros tengo escrito, y no hallo otro fundamento para autorizarlo, sino poner aquí la relación de la diligencia que hice para saber la verdad de todo lo que en estos libros se escribe".
"Como en otros prólogos de esta obra he dicho, a mí me fue mandado por Santa obediencia de mi prelado mayor, que escribiese en lengua mexicana lo que me pareciese ser útil para la doctrina, cultura y manutención de la cristiandad de estos naturales de esta Nueva España, y para ayuda de los obreros y los ministros que los doctrinan. Recibido este mandamiento, hice en lengua Castellana una minuta o memoria de todas las materias de que había de tratar, que fue lo que está escrito en los doce libros, y la apostilla y cánticos. Lo cual se puso de prima tijera en el pueblo de Tepepulco, que es de la Provincia de Acolhuacán o Texcuco e hizose de esta manera".
"En el dicho pueblo hice juntar todos los principales con el señor del pueblo, que se llamaba don Diego de Mendoza, hombre anciano, de gran marco y habilidad, muy experimentado en todas las cosas curiales, bálicas, políticas y aun idolátricas. Habiéndolos juntado propúseles lo que pretendía hacer y les pedí me diesen personas hábiles y experimentadas, con quien pudiese platicar y me supiesen dar razón de lo que les preguntase. Ellos me respondieron que se hablarían cerca de lo propuesto, y que otro día me responderían, y así se despidieron de mí. Otro día vinieron el señor con los principales, y hecho un muy solemne juramento, como ellos entonces le usaban hacer, señalándome hasta diez o doce principales ancianos, y me dijeron que con aquellos podía comunicar y que ellos me darían razón de todo lo que les preguntase. Estaban también allí hasta cuatro latinos, a los cuales yo pocos años antes había enseñado la Gramática en el Colegio de Santa Cruz en el Tlatelolco".
"Con estos principales y gramáticos, también principales, platiqué muchos días, cerca de dos años, siguiendo la orden de la minuta que yo tenía hecha".
"Todas las cosas que conferimos las dieron por pinturas, que aquella era la escritura que ellos antiguamente usaban, y los gramáticos las declararon en su lengua. Escribiendo la declaración al pie de la pintura. Tengo aun ahora estos originales. También en ese tiempo dicté la apostilla y los cantares: escribieron los latinos en el mismo pueblo de Tepepulco…".