¿QUÉ TAN RÁPIDO APRENDES DE TUS ERRORES?
Es importante dejar de ver a los problemas como una cuestión emocional, para entenderlos de una forma lógica, responsable y necesaria para triunfar.
A nadie le gusta hablar de sus errores. Qué lástima… porque éstos, lejos de condenar y criticar, son maestros generosos que buscan la excelencia personal.
Entre menos se habla de los errores, menos se les tolera y por lo tanto menos se puede aprender de ellos. Al cometer un error uno cree que se habla de la persona misma, a la que se le critica y se le devalúa. Haciéndole sentir como que lo que hizo devalúa su valor personal.
Tocar el tema de las fallas, las equivocaciones y las frustraciones es hablar de esa zona oscura, incómoda que nadie quiere tocar. Es, de alguna manera, acariciar cuerdas íntimas y sensibles como el sentir vergüenza, culpa, y humillación, sentimientos incómodos que lastiman.
El problema y la solución de esta cuestión radican en la semántica que se utiliza. Una vez aclarándola, será más fácil apreciar el valor de los errores y mejor aún, aprender, cambiar y mejorar.
¿A qué me refiero a la semántica? Cuando uno se equivoca, se piensa de sí mismo como: soy un tonto, soy malo, siempre me equivoco, no sé hacer nada bien… Por lo tanto, los sentimientos de culpa emergen y causan frustración, dolor e impiden volver a intentarlo. La creatividad se paraliza y la iniciativa desaparece. Lo más trágico de sentir vergüenza por equivocarse es que el error que debió de servir como aprendizaje, genera un malestar interno, llena de resentimiento y crea miedo.
Cambiando la semántica, se podría decir mejor: Hice algo mal, no salieron las cosas como esperaba, me equivoqué… así, la crítica no es personal, el error está dirigido a la acción y no a la persona, por lo que, en lugar de cerrarse las posibilidades para que ocurra el aprendizaje, se invita al análisis. Es aquí como la crítica se convierte en un método educativo efectivo y un buen sistema de retroalimentación positiva. El dolor se transforma en un incentivo para aprender y dirigir las acciones a la eficiencia y por lo tanto la persona se vuelve más asertiva y sus acciones se enfocan a obtener el éxito que desea.
En realidad nadie se escapa de cometer errores, éstos son comunes y todos los cometen, no hay excepción. Es muy importante resaltar que se vale sentirse mal cuando uno hace un error, es de humanos equivocarse. La decepción y el dolor son sentimientos reales, pero éstos no te definen como persona ni hablan mal de ti. Estos son resultado de tu esfuerzo y de lo que haces no son tu imagen, ni te hacen mejor o peor.
Tu valor no depende de lo que haces, no de cuanto te puedes equivocar. Tú, vales por lo que eres. Tus errores, sólo son los maestros que te ayudan a ser mejor.
La receta
Aprendiendo de los errores.
Ingredientes:
1 manojo de aceptación - reconocer los errores sin reproches ni malestar.
2 cucharadas de responsabilidad - es tu destino, tu decisión y tu consecuencia.
1 taza de fortaleza - valor para enfrentar, corregir y volver a intentar.
1 pedacito de creatividad - buscar otras alternativas, encontrar y crear oportunidades.
1 pizca de confianza y fe - tener la visión y la certeza de que tú mereces lo que deseas.
Recomendación del chef:
Cuando se hace un error es importante hacer una reflexión sincera sobre lo que sucedió y rescatar la lección que la equivocación enseñó.
Cómo aprender de los errores:
1. Si haces un error no lo escondas, Enfréntalo. Reconoce dónde estuvo la falla, habla con la gente que te pueda ayudar, escríbelo y dale seguimiento. Reconoce quién fue el responsable y si fuiste tú, no te avergüences, aprende y supéralo.
2. No temas a equivocarte, acepta el riesgo y atrévete a probar si estás en lo correcto. Cuando el éxito es la otra posibilidad y una buena alternativa, vale la pena tratar a pesar de que se corra el riesgo de poder fallar.
3. Los errores ubican y fortalecen el carácter. Cuando uno se equivoca reconoce que hizo mal, aprende de sus experiencias, se aclaran las expectativas y busca una nueva forma para lograr los resultados esperados.
No aprender de tus errores además de ser una gran pérdida es un peligro. Te limita y te impide ver todo lo bueno que la vida te puede enseñar.
Por: Becky Krinsky