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Refranero del Quijote

EL QUIJOTE I, 8

Refranero del Quijote

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J. A. GARCÍA VILLA

El día en que sucedió “la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento”, como la denomina Cervantes, cuando llegó la hora de comer don Quijote dijo que a él “por entonces no le hacía menester”, pero dio licencia a Sancho que comiera “cuando se le antojase”.

No le dijo dos veces, porque de inmediato el escudero se acomodó “lo mejor que pudo sobre su jumento, y sacando de las alforjas lo que en ellas había puesto, iba caminando y comiendo detrás de su amo muy de su espacio, y de cuando en cuando empinaba la bota [de vino], con tanto gusto, que le pudiera envidiar el más regalado bodegonero de Málaga”.

En contraste, “toda aquella noche no durmió don Quijote, pensando en su señora Dulcinea, por acomodarse a lo que había leído en sus libros, cuando los caballeros pasaban sin dormir muchas noches en las florestas y despoblados, entretenidos con las memorias de sus señoras. No la pasó así Sancho Panza. Que como tenía EL ESTÓMAGO LLENO, Y NO DE AGUA DE CHICORIA, de un sueño se la llevó toda” (la noche).

Como Sancho estaba muy satisfecho por lo bien que había comido y bebido, es decir, con “el estómago lleno y no con agua de chicoria”, sino de alimento de sustancia, todo le era indiferente y estaba plácidamente entregado al sueño.

Según J. Leyva, chicoria, o achicoria, se llamaba antiguamente a una infusión que se preparaba con la raíz de una planta silvestre y que era usada como remedio medicinal. Actualmente esa raíz tostada se emplea como sucedáneo del café, con el cual también se suele mezclar.

@jagarciavilla

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