Presidente de la Asociación de Agencias Funerarias con sede en el Distrito Federal, diseñador de capillas necrológicas en la ciudad de México, Durango y Gómez Palacio, fabricante de ataúdes, reportero gráfico y fotógrafo inquieto y relevante en la Comarca Lagunera y administrador de los velatorios de la ciudad capital y la vecina ciudad, Héctor Pineda Franco sorprende por la variedad de sus ocupaciones, sobre todo por el énfasis que le pone a la fotografía artística y profesional, sobre todo a aquella que se convierte en testimonio de la historia comarcana.
Nacido hace 84 años en el población de Hijeypoxtla, en el estado de México, desde muy joven se arraigó en la región y ahora es un lagunero de los más sobresalientes en el ramo de la fotografía y, curiosamente, en la elaboración de las sabrosas tortas que se expendían en un negocio propio de la avenida Victoria.
Fue un innovador en ese aspecto, desde la españolización del término gringo por el de tortas, hasta la diversidad de los alimentos que las componen, enriqueciendo sabor y presentación de los panes que conocemos con el nombre de "pan francés" henchidos con chile relleno, queso y aguacate, carne de cerdo con aguacate, carne de res empanizada y picadillo, todas las piezas doradas a la parrilla -un método debutante en la Comarca que prontamente alcanzó popularidad en ciudades y ejidos comarcanos.
Prácticamente se entregó a uno de los oficios consagrados a la alimentación del ser humano, aquel que siempre anda con prisas o carece de suficiente dinero para frecuentar los restoranes y comederos de moda.
En un poco tiempo, alcanzó celebridad como hacedor de la llamada comida rápida y paralelamente destacó en la fotografía instantánea y en la de estudio, con exposiciones en la presidencia municipal de la ciudad de Lerdo, en Mapimí, en Torreón, Coahuila, junto con Rodolfo Escalera; en la Casa de la Cultura, IMSS, presidencia municipal de Gómez Palacio, Centro de Convenciones y CNOP, además de desempeñarse como fotógrafo durante seis meses del DIF. Su trabajo tuvo un reconocimiento oficial y popular: el de los ciudadanos que buscan expresiones gráficas diferentes y con mayor atractivo.
Por las limitaciones que impone la edad progresiva, Pineda Franco abrió una tregua en las dos últimas actividades -la primera pasó a mejor vida- y ahora revisa, reparte, vende o regala, negativos, rollos y gráficas ligados con la historia regional y los personajes y símbolos icónicos de la Comarca. "Las mil tortas", por desgracia, también cerró sus puertas. Ese receso obligado llamó nuestra atención.
Cubrió trabajos fotográficos especiales para "El Siglo de Torreón" y en ese sentido fue testigo presencial de las filtraciones que pusieron en peligro la cortina principal de la presa "Lázaro Cárdenas". Sus gráficas ayudaron a evitar un desborde que hubiera inundado a Lerdo, Gómez Palacio y Torreón, pero gracias al trabajo reporteril del diario y a su fotógrafo Pineda, a la cortina original le agregaron tres metros de altura y en la actualidad la obra hidráulica tiene la capacidad suficiente para almacenar y distribuir el agua destinada al riego de los cultivos. El riesgo de desborde quedó bajo control.
La inauguración de la cortina gigante estuvo a cargo del presidente Carlos Salinas de Gortari y con una gran comilona usuarios, campesinos y autoridades locales, estatales y municipales celebraron el acontecimiento con platillos de barbacoa y tortillas para "taquear". Hay testigos que afirman que la fila de comensales resultó kilométrica, a tal grado que el alimento llegó descompuesto a y tarde a las últimas mesas, una versión que no ha sido desmentida hasta ahora.
La producción gráfica de Pineda Franco ha sido mostrada al público a través de exposiciones en el salón "Benito Juárez de la presidencia municipal de Gómez Palacio, Auditorio Municipal, presidencia municipal de Mapimí, presidencia municipal de Ciudad Lerdo, en Torreón, Coahuila junto con Rodolfo Escalera, en el Centro de Convenciones, y la CNOP, entre los más notorios.
"Picado" por su inclinación al periodismo, se dio tiempo para editar la revista "Durango Nuevo" y diversas publicaciones del mismo tipo y se enorgullece de que el periódico Noticias de El Sol de La Laguna, haya publicado en primera plana, en fechas diferentes, dos de sus instantáneas más reconocidas: aquella en la que aparece el presidente Carlos Salinas de Gortari en el momento en que toma en sus manos una carta que le entrega una mujer campesina y la otra de los Símbolos Patrios, en el instante en que una racha de viento sacude y hace ondear inesperadamente al lábaro patrio, ángulos propios de los fotógrafos que tienen buen ojo y están pendientes de todo lo que sucede a su alrededor. Por eso llevan colgadas al pecho sus cámaras y el índice en el disparador.
Igualmente relata con orgullo sus habilidades como diseñador de capillas mortuorias, un trabajo que le encomendó el director estatal de Pensiones en Durango, Sergio González Santacruz para adornar las capillas mortuorias de "El Sabino" en la ciudad capital y en Gómez Palacio. Esas habilidades, reitera, las adquirió en la capital de la República y las extendió a Puebla y otras ciudades de la República hasta llegar a Gómez Palacio.
Aquí echó raíces junto con su familia, su esposa Esther Hernández y sus hijos Silvia, Héctor, Olga y Esther. Su pareja de toda la vida falleció lamentablemente y ahora lo cobijan el calor de los nietos y nietas, de sus hijos y su hermana Berenice, quien sigue radicando en Apasco, México, cerca de Tepito, frente a la Dirección de Tránsito. Héctor hijo, por su parte, fue conductor periodístico de la televisión.
Las primeras tortas las preparó en el Distrito Federal, en la plaza del Estudiante con sus primeras ventas en Tacubaya estado de México, y a su llegada a la Comarca, se dio cuenta de que la carne de cerdo, el aguacate y el queso eran los únicos ingredientes del pan francés, servido en frío y con migajón de más.
Por lo tanto, transformó y mejoró la elaboración del alimento, una actividad reconocida en la Comarca Lagunera y ciudades contiguas de los estados de Durango y Coahuila.
Lo más notable de sus capacidades fue la atención puntual a las tres tareas, pero abandonó la de los ataúdes para dedicar todo su tiempo al negocio de las tortas y a la fotografía, no sólo la que se consigue con sólo oprimir el "clic," son también en la producción de cuadros artísticos hechos de madera, adornando los retratos de gran formato de los protagonistas, generalmente damas y los recubre con plástico y barniz proporcionándoles un lustre especial.
Subraya con orgullo y sin rubores, su trabajo inicial como fabricante de los ataúdes de acero en México y la Comarca Lagunera, pero sobre todo por los adornos colocados en los velatorios, atenuando los efectos mortuorios de las capillas donde son velados los finados.
Elaboradas con higiene y a la vista de los comensales las tortas sirvieron como alimento rápido, barato y nutritivo -el primer precio fue de 60 centavos por pieza- y cumplieron con las necesidades de trabajadores, empleados de bancos y del comercio, oficinistas y de toda aquella gente a la que urgía un "tente en pie". El buen crédito lo alcanzó rápido por su disponibilidad y rapidez para atender pedidos y entregas a domicilio.
Puso nuevamente en juego sus conocimientos como diseñador y adornó su negocio -un pasillo en una vieja residencia de la avenida Victoria- con imágenes del desaparecido tranvía, varios facsímiles de las páginas de los periódicos dando cuenta minuciosa de la explosión que cimbró la Comarca y de aquella terrible tolvanera que sólo la lente de Pineda Franco pudo captar en toda su grandeza y fuerza destructiva.
La fotografía, sin embargo, fue y sigue siendo su gran pasión, aunque por el momento disfruta del retiro que él mismo se impuso, resolviendo crucigramas en las revistas y diarios que ahora lee de página a página. Cubrió una larga carrera de éxitos y en sus archivos existen miles de rollos, negativos y gráficas que constituyen un valioso testimonio histórico sobre el desarrollo de la Comarca Lagunera, de los tiempos románticos que distinguieron a la antigua provincia, atrapados en sus cámaras a lo largo de los últimos 40 años.
Las limitaciones de la edad -85 años- Héctor Pineda Franco lo obligaron a concluir con esas actividades y su negocio de "Las mil tortas" ubicado por la avenida Victoria, cerró, al parecer definitivamente, con el consiguiente desconsuelo no sólo de sus clientes, sino también de las numerosas amistades que cultivó en la región y que esperan que esa clausura sea temporal.
Pero no queda duda: Héctor Pineda Franco entregó la mayor parte de su vida a la carrera fotográfica y sus fotos son un valioso testimonio del acontecer lagunero atrapado por su cámara y merecedor de formar parte de los archivos municipales. En 1992 aquellas ilustraron un reportaje a toda plana en El Siglo de Torreón sobre la presa Lázaro Cárdenas y a él se deben los retratos de los más de 30 alcaldes que han pasado por el ayuntamiento, dos de ellos en doble exposición porque les gustó el cargo y repitieron dos veces. Se exhiben -los cuadros- en el salón "Benito Juárez.
Del mismo modo y durante más de 35 años ganó fama como hacedor de las sabrosas tortas de chiles rellenos, milanesa, carne empanizada y aguacate con queso. Por lo tanto, a Héctor Pineda Franco no lo limitaron sus variadas y singulares actividades, las acometió con un alto sentido de responsabilidad y no se separaba del teléfono ni de la caja registradora para lograr un equilibrio perfecto. Lo malo es que no cobraba por sus trabajos y regalaba tortas y fotografías -de los ataúdes no se sabe nada- a los periodistas, a los policías desnutridos y a los olvidados de la fortuna, incluyendo familiares en el primer caso.
Por esa labor, generó empleos -los especialistas en tortas y los repartidores- y ofreció a sus visitantes una galería de imágenes que también debe formar parte de una galería municipal, tarea que lo llevó a investigar nombres y fechas y lo dice con presunción.
Cubrió las regatas en el Nazas, navegando desde el punto de salida hasta la meta de llegada y las convenciones organizadas por el dirigente cetemista Jesús Ibarra Rayas, quien le pedía fotografías por docenas, pagando por la cobertura; trató con gente como el malogrado "Toto" Luna, en plan de amistad, naturalmente y con la mayoría de los alcaldes gomezpalatinos, desde Jesús María Pámanes a Carlos Herrera Araluce.
El ayuntamiento de Gómez Palacio reconoció su obra y su colaboración, pero sólo de palabra, precisa, para evitar malos entendidos
Y hay algo más en esta larga carrera del defeño-lagunero: coleccionó más de 300 cámaras fotográficas de todas las marcas, desde la Pentax a la Kodak, proyectores antiguos, relojes de pared y teléfonos de disco, bienes que depositó en manos de su hermana Berenice. Otros los obsequió a sus más allegados, pero aún guarda algunos para sus amigos y periodistas. A los buzos Castañeda los animó con sus gráficas sobre los rescates en el canal del Sacramento y el Nazas.
Esperamos que muy pronto vuelva a sus tortas…