Si obtuviera un peso por cada persona que me pregunta, "¿Estudiaste música para evitar las matemáticas en la carrera?", no solo tendría la oportunidad de viajar un poquito más, pero también la satisfacción de informarles que están en un rotundo error. La música es un fenómeno auditivo, pero como todo en la vida también está completamente regida por leyes numéricas y fórmulas base de las matemáticas. Por eso, no me extraña en lo más mínimo que el significativo compositor austriaco Arnold Schoenbeg tuviera una umbrosa obsesión con los números, en particular con el tétrico trece, una condición conocida como la triscaidecafobia.
Las composiciones de Schoenberg definitivamente causaron fobia auditiva en mucha gente, ya que la mayoría están basadas en el serialismo dodecafónico, y no en la tonalidad a la que el oído humano esta acostumbrado a reconocer tonos musicales. Sin meternos en términos arduos, el serialismo en si es una técnica de composición en la que todas las notas de la escala tienen una importancia equitativa, y no hay un centro tónico. Para mucha gente, este estilo de composición suena como si un gato estuviera caminando por encima de un piano, pisando las teclas aleatoriamente. Aunque la técnica se basa en un cuidadoso orden matemático, el oído humano muchas veces la registra como "ruido".
Parece irónico que al compositor causante de tantos desasosiegos auditivos lo persiguiera la aparentemente insignificante obsesión con el número trece, pero al estudiar su biografía podemos darnos cuenta de que su triscaidecafobia tal vez estaba fundamentada después de todo. Schoenberg nació el 13 de septiembre de 1874, y como si los números hubieran querido jugarle una broma, murió el viernes 13 de julio de 1951 a los 76 años (7+6=13). Durante su vida evitó el número a toda costa, rehusándose a adentrarse en edificios, casas, o pisos que lo tuvieran visible. Incluso en sus composiciones, sustituyó el número 13 por el "12a", y tituló su ópera "Moses and Aron", quitándole la segunda "a" al nombre de Aaron para evitar que el título tuviera trece letras.
Arnlod Schoenberg no era simplemente supersticioso, ya que su fobia llegó al punto de gobernar su vida, sus relaciones personales y sin duda la música. Sus composiciones marcaron profundamente a los compositores de los años veinte en adelante, tanto que, gracias a sus influencias, se creó la segunda escuela vienesa de composición. Aunque mucha gente deteste el sonido de sus composiciones, Schoenberg definitivamente tiene un papel protagónico en la línea del tiempo de la música, lo cual me lleva a formular la importante pregunta: ¿Cómo creen que sonaría la música de hoy si el compositor no hubiera dejado la huella de su triscaidecafobia en la historia?