En los últimos dos años, Matías Encinas no asistió a la representación del Vía Crucis del Cerro de las Noas, su edad no se lo permitió. Este año fue diferente.
Acompañado por sus amigos, Ramón Hernández y Samuel González, todos mayores de 70 años de edad, pudieron asistir. Viajaron el teleférico, medio de transporte que en menos de siete minutos, los trasladó hasta el Santuario.
"Tengo dos años que no vengo porque batallo para subir, tengo 76 años", dijo con emoción Don Matías quien por primera vez viajaría en el teleférico, y más que temor sentía curiosidad por hacerlo.
Don Samuel, de 79 años de edad y originario de Ciudad Lerdo, no ha fallado en asistir. Aunque recuerda que el último año fue fácil porque lo llevaron en un camión especial, pero un año atrás, subió por la escalera", la fe a mi me hace subir, despacito, pero lo subo", cuenta el pasajero .
Don Ramón Hernández, originario de la colonia Valle Dorado y de 72 años, ha subido hasta el Santuario caminando. Cuenta que hace dos años lo hizo por la carretera, es decir, por el camino tradicional del Vía Crucis. Pero el año pasado, recuerda fue el más difícil, pues lo hizo por las escaleras que se encuentran a un costado del Santuario.
"El año pasado fue por los escalones, ya me andaba, llegué a la mitad y dije, me regreso o no me regreso, pero tengo devoción y subí hasta el Cristo; mi familia no lo hace porque están enfermitos. Yo tengo fe en Dios", dijo emocionado.
Y así juntos fue como emprendieron su viaje hacia la otra estación del teleférico. "Es una maravilla para nosotros, porque se siente uno a gusto, primeramente por como lo tratan a uno aquí, por ser mayores; es una cosa excepcional, y vamos seguros, porque cuando uno va caminando no falta que algo pase que se tropiece y se pueda uno caer, aquí no y es en un ratito", comentó Samuel.
También para la familia de Doña Guadalupe Ríos, originaria de Gómez Palacio, fue la primera vez que hicieron uso del teleférico para acudir al Vía Crucis del Cristo de las Noas.
"Yo quería hacer la lucha por la carretera", dijo dona Guadalupe mientras viajaba en una de las góndolas acompañada por su esposo Javier, y sus dos hijos Ángel y Emili.
Recordó que en visitas anteriores, su esposo realizaba una especie de manda, ya que hacía todo el recorrido del Vía Crucis con uno de sus hijos cargándolo sobre sus hombros.
Este año no fue así, pues, aunque sí lo hizo en compañía de sus pequeños, éstos se encontraban a un costado suyo, en la góndola.
Pero fue la curiosidad de sus hijos la que la obligaron a vivir una nueva experiencia.
Y fueron precisamente ellos quienes disfrutaron más el paisaje, que, aunque no fue el mejor debido a las condiciones de la mayor parte de las azoteas de las colonias vecinas, no perdieron oportunidad para tomar fotografías desde lo alto, sin olvidar la clásica selfie.
Por un momento, el rostro de emoción de Doña Guadalupe se cambió a tensión, ya que por unos segundos la góndola se detuvo a unos metros de llegar al otro extremo.
Pero finalmente todos los integrantes disfrutaron del viaje, que aseguran repetirán.
Emoción. Don Matías, don Ramón y don Samuel, viajaron por el teleférico para estar presentes en el Vía Crucis.
