Ilusión. Manejar un Porshe representa toda una aventura hacia lo desconocido. (ARCHIVO)
Existe un viejo adagio que señala que, idealmente, uno no debe conocer a sus ídolos, pues esto puede ser decepcionante. Sin embargo, siempre se mantiene la ilusión de saber de primera mano cómo es esa estrella de rock, ese pintor o ese actor que nos estimula cuando ejecuta su arte. Para los amantes de los autos, la generalidad dicta que el Porsche 911 es siempre una constante cuando se pregunta por "el coche de tus sueños". En mi caso no es la excepción y, a pesar de que no era mi primer contacto con el vehículo más emblemático en la historia de Porsche, debo admitir que ésta fue mi aventura más satisfactoria y extrema.
No es para menos, pues el equipo de Porsche nos invitó a su clínica de manejo más ambiciosa, que es, a la vez, una de las escuelas de pilotaje más exigentes del mundo.
Se denomina Porsche Camp4 Experience, la cual consiste en una certificación de distintos niveles para demostrar las capacidades tecnológicas con las que están dotados los modelos de la marca y, además, educar a quienes toman el curso a controlar estos vehículos en condiciones extremas, que implican realizar maniobras sobre hielo para alcanzar una precisión en el manejo superior a la habitual.
El salón de clases. El escenario donde se realiza este curso es una paradoja, pues conjuga el desamparo de las inclemencias del invierno canadiense a las afueras de Quebec (-23 grados centígrados cuando asistimos) y la belleza del Circuito de Mécaglisse, el cual consiste en una serie de pistas desarrolladas específicamente por Porsche para llevar a cabo esta clínica en esta época del año, mientras que, en verano, hay una capacitación de velocidad y manejo evasivo.
Las unidades responsables de convertirnos en mejores pilotos y de paso brindarme una de las mejores experiencias de mi vida fueron dos variantes del mencionado Porsche 911, inicialmente la versión Carrera S y, más tarde, la Carrera 4S. Esto con el propósito de llevarnos de un grado de dificultad mayor a uno menor, de manera que nos acostumbráramos a ser más precisos con cada movimiento que ejecutáramos frente al volante de estas máquinas de 420 caballos de fuerza.
La atención al servicio y los detalles. La capacitación consistió en una serie de cuatro ejercicios con una duración cercana a los 50 minutos cada uno, para tener un curso intensivo de más de seis horas que combina la teoría con la práctica. Dentro de ellos, se realizó una maniobra de slalom, ejercicios para saber mantener el control en situaciones de subviraje y sobreviraje, un ejercicio de curveo similar a las maniobras de rally sobre hielo y finalmente, una vuelta completa al circuito con la finalidad de poner en práctica todo el conocimiento recolectado.