Columnas Finanzas

Contexto lagunero

Oficinas en la nueva normalidad

JUAN MANUEL GONZÁLEZ

La pandemia de COVID-19 nos ha desafiado abruptamente a todos y a todo. Particularmente, en lo que respecta al trabajo, ha desafiado abruptamente a las empresas poniendo en tela de juicio el propósito de grandes oficinas centralizadas. Tomando en cuenta que muchas organizaciones mantendrán la política de trabajar desde casa, ahora es un momento óptimo para planificar una estrategia en el lugar de trabajo después de una pandemia replanteando si se justifica que haya necesidad de una oficina centralizada como se diseñaba antes de esta crisis. Todo indica que un modelo más distribuido en todas las ciudades y regiones geográficas apoyaría mejor el desempeño de los empleados y la resiliencia organizacional, además de contribuir, con un nuevo diseño, a mejorar el paisaje urbano y las comunidades locales.

Prosperar en el trabajo es una mezcla de vitalidad, aprendizaje y crecimiento vinculada para mejorar el desempeño laboral, la creatividad, el bienestar y las interacciones más positivas entre los colegas. Lo anterior se ve afectado por el diseño de la oficina. Los espacios de reunión bien diseñados pueden contribuir a una cultura de aprendizaje e intercambio de conocimientos, mientras que los servicios, el acceso a la luz natural y otras características estéticas promueven sentimientos de vitalidad.Por supuesto, prosperar también es situacional, y en los últimos meses, independientemente de dónde se haya estado trabajando, han influido factores estresantes que, sin duda, han provocado que sea más difícil para las personas realizar su trabajo lo mejor posible. En lugar de prosperar en entornos de trabajo optimizados para el rendimiento laboral, muchas personas ahora están haciendo malabarismos para sobrevivir con empleo, cuidar a los miembros de la familia y colaborar muy activamente en la educación en el hogar desde el mismo espacio doméstico.

También las personas, las organizaciones y las comunidades han experimentado beneficios que serán difíciles de dejar atrás. El aire en las principales ciudades es más limpio. la gente no tiene que perder el tiempo viajando, pasamos más tiempo conviviendo con la familia, las empresas están dando a los trabajadores la flexibilidad que han estado buscando durante mucho tiempo. Estos beneficios se pueden optimizar si se adoptan nuevos principios de planificación y diseño.

¿Desaparecerá la “Oficina”? No, no va a desaparecer, pero requerirá un nuevo enfoque. La gente seguirá necesitando lugares donde puedan reunirse, conectarse, construir relaciones y desarrollar sus carreras. El tamaño, la escala y la apertura de la oficina moderna como era antes de la pandemia, pueden ser perjudiciales para la calidad de esas relaciones. Hace más de 40 años, en sus estudios sobre la naturaleza de la vida pública en las ciudades y los espacios, Richard Sennett -profesor de Sociología en la Escuela de Economía de Londres, el Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Universidad de nueva York-, encontró que las personas que trabajan necesitan la libertad de distanciarse para mantener la calidad de sus relaciones sociales.

Pero por mucho que necesitemos lugares privados a los que ir cuando buscamos la separación, también necesitamos lugares públicos que nos unan. Si queremos mantener nuestras relaciones de trabajo y rendir lo mejor posible, necesitamos revisar la escala y la estructura de nuestras oficinas para equilibrar mejor los niveles de conectividad y distancia entre nosotros y nuestros colegas. También debemos tomar en cuenta que, aunque el trabajo virtual está funcionando, por ahora, muchos de nosotros seguimos funcionando a partir de culturas, normas, relaciones y prácticas que existían antes de la pandemia. Si queremos cambiar o adaptar alguno de esos factores en el futuro, será difícil sin cierto grado de presencia física.

¿Cómo podemos diseñar una mejor oficina? ¿Qué implicaría este nuevo modelo? ¿Cómo podría mejorar la vida de la ciudad? ¿Y cómo ayudarían esos cambios a las organizaciones? Distribuir trabajadores por toda la ciudad o región en espacios de trabajo más pequeños y darles la oportunidad de colaborar más con colegas que viven cerca podría generar varios beneficios. Desde una perspectiva de resiliencia, este modelo ofrece más opciones desde las que las personas pueden trabajar en caso de interrupciones como un desastre natural, un corte de energía, una infraestructura comprometida o una interrupción importante del tráfico. Desde una perspectiva de desarrollo empresarial, puede acercar a las organizaciones a sus clientes, incluso ofreciendo opciones para ubicarse junto con ellos, lo cual ya sucede en algunas empresas mexicanas.

Un cambio generalizado de organización de oficinas que ocupan grandes pisos en un solo edificio a una serie de nodos distribuidos en múltiples ubicaciones daría como resultado edificios de oficinas de uso mixto lo cual facilitaría más conexiones de alta calidad, esencial para fortalecer los equipos existentes y crear nuevas relaciones dentro de las organizaciones y entre ellas. ¿Qué aspecto tendrían estas oficinas? En la última década, poco a poco, han aparecido espacios de “coworking”-espacios compartidos más pequeños y flexibles, con arrendamientos a particulares y a empresas-. El número total de espacios de coworking está creciendo, pero todavía representa sólo una pequeña fracción de los espacios de trabajo corporativos. Hay alrededor de 22, 000 espacios de coworking en todo el mundo, sirviendo a unos dos millones de trabajadores. Las opciones de coworking son un modelo ejemplar de cómo podría verse una red más distribuida de espacios de trabajo.

Subdividir los edificios de oficinas urbanas en unidades de trabajo más pequeñas para múltiples empresas, con servicios compartidos, ayudaría a resolver este problema. Más espacios orientados al público harían que la oficina fuera más atractiva al permitir a las personas interactuar y construir relaciones entre las unidades, o retirarse a áreas de trabajo privadas a su voluntad. Además, la mezcla de oficinas de negocios con servicios como espacios para eventos, restaurantes y gimnasios dentro de edificios comerciales permitiría que estos sectores se complementaran en lugar de competir entre sí. Por ejemplo, los bares se pueden colocar en el nivel de la azotea para aprovechar las vistas de un edificio, mientras que los espacios de ejercicio se pueden ubicar en un entrepiso o en el nivel medio para aprovechar las áreas de piso más grandes.

Imaginemos un futuro urbano en el que estos cambios ofrezcan servicios, vivienda y puestos de trabajo a las personas de todo el espectro de ingresos, de modo que las ciudades finalmente hagan más para apoyar a las personas de manera equitativa.

Fuente: Reimagining the urban office. Peter Bacevice, investigador asociado, Universidad de Michigan. www.degerencia.com/jmgc

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