Florencia Romano, pilar para las mujeres en el arbitraje

Un mes de abril, pero de 1998 quedará marcado en la historia del futbol gracias a Florencia Romano, la primera mujer que fungió en un partido de torneos argentinos como árbitro central.

Nacida el 26 de octubre de 1970 en San Miguel del Tucumán, Argentina, Romano es una de las mujeres que abrieron camino en el balompié, que durante años ha sido definido como "un mundo de hombres".

Su lucha comenzó desde pequeña, cuando los prejuicios le impedían pisar la cancha como una jugadora más, así que se cortaba el cabello y falsificaba un registro para ser portera en su localidad al hacerse llamar de Roque, similar a Raquel, su segundo nombre.

A los 13 años de edad, su madre la inscribió en una escuela de modelaje, pero después de tomar muy pocas clases la abandonó y se inscribió a un curso en el Colegio de Árbitros.

En 1994, con título en mano, desaires en su ciudad y la aspiración de dirigir bajo la Asociación del Futbol Argentino (AFA), Romano se mudó a Buenos Aires, donde además de buscar una oportunidad como silbante, estudió la Licenciatura en Arquitectura.

CONTRA EL SISTEMA

El revés más fuerte que recibió llegó dos años después, cuando solicitó su incorporación a la nómina de árbitros profesionales; al no obtener respuesta, se declaró en huelga de hambre en Viamonte, los medios de comunicación se interesaron en su historia.

Julio Grondona, entonces presidente de la AFA, le respondió que "no es sensato que una mujer dirija un partido de futbol", la declaración causó polémica y el directivo fue citado por varias comisiones argentinas como Derechos Humanos, Legislación del Trabajo y Legislación de Familia, Mujer y Minoridad de la Cámara de Diputados de la Nación.

Después de las audiencias, Grondona aseguró que Romano sería probada "como todos los árbitros" y que las mujeres tendrían la posibilidad de arbitrar igual o mejor que cualquier hombre.

SU LUCHA NO TERMINABA

Aún con una batalla ganada, parecía que los obstáculos no terminaban, ya que en 1997 la tucumana sufrió complicaciones en un cuadro de apendicitis y fue internada en estado grave.

Sin embargo, se recuperó y sus deseos no cambiaban, así que no desistió hasta que logró un acuerdo con la AFA, que le asignó un partido de la Primera "D" entre los clubes Victoriano Arenas y Deportivo Muñiz.

Fue un 4 de abril cuando Romano se impuso en la cancha, mostró personalidad e incluso expulsó a tres jugadores, pero el ambiente nunca fue agradable, pues además de soportar cantos machistas durante todo el compromiso, tuvo que ignorar una bandera que decía: "para dirigir te falta un pedazo".

Aunque la lucha no terminó ahí, rindió frutos durante más tiempo para demostrar que el machismo y la discriminación son actitudes que no frenan a una mujer decidida a pelear por lo que quiere.

El 18 de marzo del 2000, Florencia encabezó el cuerpo arbitral en el duelo entre Atlanta y Argentino de Quilmes, en esa ocasión no estuvo acompañada hombres, sino de Alejandra Cercato y Elvia Maldonado.

Ese mismo año, la polémica con Grondona tuvo un nuevo episodio cuando la árbitro lo llamó mafioso públicamente y esto frenó su carrera durante un tiempo con una sanción de cuatro meses.

SUEÑO CUMPLIDO

Años más adelante, Romano cumplió su sueño de pitar en competencias internacionales, participó en los torneos Sudamericanos femeniles de 2003 y 2006, además de ser convocada por la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) para la Copa del Mundo femenil del 2003.

Cada vez son más las mujeres que toman el silbato, las tarjetas o las banderas para formar parte de los partidos de futbol, pero el machismo y las etiquetas son aspectos que todavía no desaparecen para que puedan ejercer como cualquier hombre.

Árbitros alemanas, españolas, brasileñas, uruguayas, argentinas, mexicanas, salvadoreñas y de muchas otras nacionalidades, han abierto el camino con el paso de los años; sin embargo, el avance habría sido imposible sin una histórica como Florencia Romano.