Crisis. Debido a la pandemia actual la cadena de comercialización de libros en México se ha roto y las llamadas editoriales independientes se ven amenazadas. (EFE)
Con las librerías cerradas y las ferias del libro suspendidas debido a la pandemia de Covid-19, la cadena de comercialización de libros en México se ha roto y las llamadas editoriales independientes se ven amenazadas. De tener que cerrar, la primera consecuencia sería que decenas de familias quedarían sin ingresos: diseñadores, traductores, almacenistas, vendedores y por supuesto, autores. Otra consecuencia grave sería la reducción en la oferta de títulos, pues las editoriales independientes son imprescindibles para preservar y enriquecer la pluralidad y la difusión de las ideas. Por estas y otras razones, tres entre los más importantes sellos independientes mexicanos Era, Almadía y Sexto Piso piden ayuda a los lectores.
Lanzada a inicios de mes, la campaña "Dependientes de lectores" busca reunir dos millones de pesos en donativos para garantizar el pago de salarios, regalías, renta, impuestos y otras obligaciones. Con la posibilidad de aportar desde cien pesos hasta cien mil, los donadores reciben recompensas tales como descuentos en libros, fotografías e incluso grabados. Más allá de los incentivos, el beneficio mayor tras este esfuerzo es colectivo: preservar el equilibrio de aquello que un grupo de editores chilenos han bautizado como bibliodiversidad, es decir, la diversidad cultural aplicada al mundo del libro. La lógica tras este término es simple: no sólo los libros que más se venden tienen derecho a existir. Alguien debe encargarse de rescatar clásicos olvidados así como de publicar poemarios, volúmenes de cuento, ensayo y teatro. Esa es la razón de ser de las editoriales universitarias, las estatales y las independientes.
"La existencia de estas editoriales es muy importante porque es donde uno de da cuenta del surgimiento de nuevos autores, ya que las editoriales transnacionales se dedican principalmente a publicar libros que tienen mucho más aceptación en el mercado, quiero decir, libros más vendibles", señala el cuentista y novelista Eduardo Antonio Parra: "Para estar al tanto de los autores que van surgiendo no hay nada como las editoriales independientes, sobre todo si uno es aficionado, como yo, a géneros de poca circulación comercial como el cuento, la poesía y como ciertas novelas que están escritas de un modo mucho más literario que comercial".
Con una brillante trayectoria en la que destacan premios como el Internacional de Cuento Juan Rulfo, el Antonin Artaud de Literatura y la beca Guggenheim, Parra recuerda que hace veinticuatro años Ediciones Era apostó por publicar su primer libro, Los límites de la noche (1996): "mi primer libro fue de cuentos, mi segundo libro fue de cuentos, mi tercer libro fue de cuentos. Creo que hubiera sido muy difícil que esos libros se hubieran publicado en editoriales de grupos internacionales". Además, señala que a diferencia de los sellos comerciales, las editoriales independientes apuestan por mantener los libros por más tiempo en sus catálogos: "a lo largo de mi carrera me he dado cuenta de otra cosa: mis libros en una editorial como Era nunca han sido descontinuados ni mandados a la guillotina; siempre han estado vivos y en catálogo".
Gracias a los sellos independientes, títulos esenciales en nuestra literatura hallaron a sus primeros lectores. Es el caso de obras como La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska, Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco, así como trabajos más recientes como Los culpables de Juan Villoro, Falsa liebre de Fernanda Melchor y Un diccionario sin palabras, de Jesús Ramírez Bermúdez. Así, la edición independiente se caracteriza por el riesgo, la apuesta, la innovación, y el desafío del gusto y de las convenciones.
"Saber que trabajo con una editorial independiente que no siempre apuesta a lo que comercialmente se va a vender, más sino a abrir puertas, ha hecho que mi experiencia de trabajo sea siempre enriquecedora", responde la diseñadora y formadora Ana Paula Dávila, con más de 15 años de experiencia. Ella se encarga de la formación de interiores de libros en Almadía: "ha sido una década de colaboración con un equipo editorial increíble, entre ellos Alejando Magallanes, diseñador de todas las portadas de la editorial, con quien ha sido un placer y privilegio trabajar", agrega Dávila, quien también ha diseñado portadas de libros para autores como Carlos Montemayor (Las armas del alba) y Vicente Leñero (Los periodistas, edición 30 aniversario) entre muchos otros.
Cuando le pregunto cómo está afectando la pandemia en sus dinámicas de trabajo, la diseñadora responde: "las editoriales con que trabajo tuvieron que hacer un ajuste radical de sus planes, pues con las librerías cerradas o con entrega a domicilio es muy difícil que las ventas, de por sí precarias en este país, mantengan su normalidad. Por lo tanto mi trabajo ha disminuido. Como muchos de los trabajadores freelance de la industria editorial, mucho de lo que hago lo cobro por proyecto y menos proyectos significa un ingreso más bajo para mi familia".
En lo que definen como "un momento de peligro extremo para el libro", y con casi un siglo acumulado de edición independiente, Ediciones Era, Almadía y Sexto Piso convocan a los lectores a ingresar en las páginas https://donadora.org/campanas/almadia-era-sextopiso y www.dependientesdelectores.mx que estarán disponibles hasta el último día de mayo. Allí, además de la posibilidad de hacer donativos, encontrarán actividades como charlas en línea, promociones y presentaciones virtuales de libros.