LA EVOLUCIÓN DE LA PLUMA
Para muchos que nos dedicamos al oficio de escritor, no hay nada mejor para escribir que la pluma. Esa sensación de la pluma que enredada entre los dedos se desliza por el papel blanco y deja en él plasmadas letras que se convierten en palabras y palabras que representan ideas y pensamientos, es algo que nada ni nadie puede superar.
Es la pluma estilográfica que, en México, influidos por el inglés llamamos pluma fuente, ingenioso adminículo que alguien inventó hace tal vez 200 años y a quien habría que agradecer que haya podido resumir, en un aparatito tan simple y práctico, la historia de la escritura como un capítulo sumamente importante de la historia de la humanidad.
La pluma es y sigue siendo una pluma y la conocemos, aunque ya no sea aquella que le quitaban a un ganso, a un avestruz o, de perdido, a una gallina, pero que siguió llamándose así, aún cuando se cambió por el remedo del manguillo o portaplumas con el tajo en la punta, el cual se remojaba intermitentemente en un tintero.
La pluma ha venido evolucionando hasta llegar al bolígrafo que no sabe fallar aunque sí falla, pero le reconocemos que nos quitó el engorro de andar cargando con el tintero el que tarde o temprano acababa derramándose sobre la mesa, causando estropícios verdaderamente espectaculares e irremediables.
Antiguamente la cosa no era tan simple. Imagino que había que corretear primero al ganso, avestruz o gallina con los riesgos a la integridad física que eso significa. Corretearlo y al alcanzarlo, convencerlo de que te dejara arrancar una pluma, empresa que tampoco resulta muy sencilla, pues ya ve usted como son los gansos y los avestruces y hasta las gallinas de necias y poco cooperadoras cuando se trata de hacer algo en pro de la cultura.
Después, ya teniendo la pluma en la mano, tampoco era cosa nada más de arrancarse escribiendo. La punta de la pluma con la que se pretendía escribir estaba demasiado tosca y eso hacía necesario que se le practicaran dos cortes para formar una especie de doble bisel cóncavo y luego otros dos cortes en pico para "hacerle punta" para lo cual se usaba una navajita especial, que por su función era llamada precisamente "cortaplumas".
La palabra pluma parte de pleus, una raíz muy antigua que implica el "arrancar" que es precisamente lo que había que hacer para conseguir la pluma: arrancársela al ave que así lo consintiera o si era necesario, aún en contra de su voluntad.
Todo un proceso evolutivo para poner en nuestras manos una pluma a la que hay que aprovechar, desarrollando lo mejor que se pueda el arte de la escritura.
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ME PREGUNTA: Gregorio Aguilar: "Yo me acuerdo que usted explicó la palabra escuincle, ¿de dónde viene?"
LE RESPONDO: La palabra escuincle viene del náhuatl itzcuintli que significa perro pequeño. Los aztecas les llamaban así a los niños. Sin embargo, hay que aclarar que para ellos no era insultante que les compararan con un perro.
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: El único idioma verdaderamente universal, es el beso.