Daniel Ortega (i) junto a Edén Pastora Gómez (d) en la ciudad de Managua, Nicaragua. (ARCHIVO)
El nicaragüense Edén Pastora Gómez, el famoso "Comandante Cero" de las guerrillas comunistas y anticomunistas de Nicaragua de las postrimerías del siglo XX, murió este martes en la madrugada a los 83 años en Managua, confirmaron fuentes oficiales en esa capital.
Aunque se carece de información oficial sobre las causas de la muerte y la familia la atribuyó inicialmente a un infarto, numerosas versiones que tampoco fueron confirmadas de manera independiente aseguraron desde mayo anterior que Pastora resultó contagiado por la pandemia de coronavirus.
En una entrevista con este diario en agosto de 2018 en su casa en Managua, Pastora evidenció sufrir complicaciones por el mal de Parkinson.
Nacido el 22 de enero de 1937 en Ciudad Darío, del norcentral departamento (estado) de Matagalpa, vivió casado por más de medio siglo con la costarricense-nicaragüense Yolanda Torres Jirón y dejó 21 hijos de cuatro matrimonios y seis romances.
En la cúspide de su vida de rebeldía política, de 1978 a 1986, Pastora fue contradictorio consigo mismo y concitó animadversión y simpatía, dentro y fuera de Nicaragua.
Como guerrillero izquierdista, se unió en la década de 1970 en Nicaragua a la oleada insurgente comunista impulsada por Fidel Castro en América Latina y el Caribe desde Cuba a partir de 1959 y se integró al entonces guerrillero y actual gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que en 1979 logró el derrocamiento por las armas de la dictadura dinástica, derechista y pro-Estados Unidos de la familia Somoza.
Como rebelde anticomunista, se asoció en el decenio de 1980 en Costa Rica a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de Estados Unidos, para combatir al FSLN y la expansión comunista fraguada por Cuba y la Unión Soviética en los países latinoamericanos y caribeños y que, en ese periodo, se focalizó en Centroamérica y con énfasis en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
Pastora se convirtió en uno de los más de 20 políticos nicaragüenses afines al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, que sorpresivamente murieron en al menos los últimos 50 días. Todos esos fallecimientos fueron adjudicados de manera extraoficial al COVID-19, aunque este periódico tampoco consiguió confirmaciones independientes de que se produjeron por ese padecimiento.
Ortega y Murillo minimizaron el golpe de la pandemia en su país, se negaron a decretar una cuarentena y otras medidas de urgencia y establecieron un hermetismo y un misterio sobre las causas de esos decesos y sin achacarlos al virus.