Wislawa Szymborska era una desconocida en el ámbito hispánico hasta que ganó el premio Nobel en el año 1996. Se editaron entonces sus espléndidos poemas y los lectores en español pudieron descubrir a una de las grandes poetas del siglo XX. (ESPECIAL)
Wislawa Szymborska era una desconocida en el ámbito hispánico hasta que ganó el premio Nobel en el año 1996. Se editaron entonces sus espléndidos poemas y los lectores en español pudieron descubrir a una de las grandes poetas del siglo XX.
Años más tarde se produjo otro descubrimiento igual de extraordinario con la edición de sus prosas. Aparecía entonces una pensadora lúcida, irónica, culta y cercana que con aparente sencillez componía textos afilados y mordaces.
Este volumen reúne todos esos textos que vuelven a poner de manifiesto que detrás del premio Nobel no sólo había una excelsa poeta, sino una escritora completa, llena de aristas y resquicios que transitó por los temas más diversos, pero siempre con clarividencia y talento.
Ahora bien, en cuanto a su poesía, los que conocen su obra no escatiman adjetivos para elevarla al olimpo de la lírica contemporánea; y lo cierto es que tienen motivos para hacerlo. La suya es una poesía sencilla en apariencia, que adopta un tono intimista, casi confesional, y que trata de tender un puente entre el autor y el lector, un nexo de unión en donde ambos puedan compartir sus vivencias, sus experiencias, sus referentes culturales y sus historias.
No es una poesía destinada a las élites de la lírica (aunque su obra también está dotada de diferentes niveles), sino un punto de encuentro para gente corriente.
La filosofía de Szymborska se decanta por la moderación (que no el conservadurismo) y el escepticismo. Trata cautamente de evitar las grandes frases y las grandes aseveraciones y prefiere las contradicciones a las verdades generalmente aceptadas.
El mundo que nos presenta no se basa en una cosmogonía aparte, sino que añade glosas a la realidad en que vivimos.
Como ella misma añade en algunas ocasiones a sus artículos, su lugar se encuentra en el margen, junto al conocimiento aceptado.
Es una heterodoxa que, sin embargo, prefiere no alejarse en exceso de la ortodoxia. Sus piezas en prosa son tan entretenidas y amenas. Y lejos de vulgarizar la literatura, buscan todo lo contrario: devolverle su dignidad y su humanidad.
Porque el Libro, como diría Szymborska, es una de las mayores invenciones del Homo ludens. Nos hace libres, nos invita a soñar y nos entretiene, entre otras muchas cosas.