"ÁNGELES DE CUATRO PATAS"
Hay personas que a las mascotas no las consideran seres especiales, tal vez porque nunca tuvieron un amigo de cuatro patas, o si lo hubo, no alcanzaron a descifrar la mirada de sus ojos, percibiendo el don de un ser maravilloso.
Las mascotas son regalos de la vida que llegan a nuestro hogar a enseñarnos; amor, alegría, lealtad, perdón. Son como niños que se entregan de manera incondicional, dan amistad sin pedir nada, afecto sin esperar respuesta, protección sin requerir a cambio, fidelidad durante toda la vida.
Es cierto que en las familias existe un amor incondicional, es sangre de nuestra sangre, sin embargo cuando se afecta a alguien, el malestar es a tal grado que se llega a provocar un distanciamiento de por vida. Nuestro "Terry" jamás nos morderá o se enojará con nosotros, aún y lo lleguemos a agredir, el regresará con la cola entre las patas, suplicando el perdón por algo que tal vez no hizo, o no le enseñamos, o fuimos injustos por un mal día que tuvimos.
Algunos ángeles no tienen alas, solo tienen cuatro patas, un cuerpo peludo, nariz húmeda y fría, orejas alertas, mirada vivaz y servil y una boca sonriente y agradecida. A pesar de su apariencia, son tan ángeles como los que tienen alas y se entregan incondicionalmente a sus amos, tanto o más que cualquier ángel, arcángel, querubines y serafines.
Hay personas que visten humildemente el don de la filantropía, y cuando encuentran un perro a su propia suerte, curan sus heridas, lo alimentan, abrigan y buscan un hogar, logrando ayudar a esa criatura indefensa para convertirlo en un ángel con su nueva familia.
Dios, cuando creó al hombre, sabía que precisaríamos de guardianes especiales, que aliviaran las aflicciones del alma y nos permitiera sobrevivir cada día con la ayuda de una mirada tierna, y con la mágica lamida de un perro agradecido.