La crisis que atravesamos nos ha obligado a recuperar momentos y experiencias, por ejemplo, las vividas en familia. Pero también a replantear preguntas que casi no hacemos. Una de ellas es qué consideramos esencial. En tiempos ordinarios, carentes de emergencia, guiamos el día a día desde lo "normal" y no necesariamente desde lo esencial. ¿Será porque lo esencial es invisible a los ojos, como se dice en El Principito?
Ante lo sorpresivo de una emergencia sanitaria resulta difícil ofrecer respuestas libres de ambigüedad acerca de lo esencial y no dejará de calificarse como arbitrario cualquier listado. Y es que, utilizando la frase que Berlín (Casa de Papel) aplicó a la traición, lo esencial en una emergencia también estará definido por el tamaño del dilema a resolver. Dicho lo anterior, observo tres criterios para responder a la pregunta por lo esencial en tiempos de COVID-19.
El primero es muy general pero también es la piedra angular: la vida. Las acciones emprendidas, la investigación científica en curso y los límites establecidos tienen como imperativo central la protección de la vida. Una situación extrema facilita comprender que todo cuanto hacemos está calificado por la vida que cuidamos. Hoy se pide que estamos en confinamiento simplemente porque buscamos defender y cuidar lo básico. Para retomar la aseveración del Principito, no es que lo esencial sea invisible a los ojos, sino que en la normalidad invisibilizamos lo esencial: la vida.
Es importante notar que la vida no es una existencia en singular sino en plural. Es, en estricto sentido, "covivencia" o coexistencia. La vida humana es coexistencia de semejantes. Cuando alguien se afirma pronunciando un sonoro "yo soy", lo hace porque ante sí emerge en toda su realidad alguien más, un tú, un él, una ella. Al tomar conciencia de la coexistencia se posibilita toda ética y toda moral. La convivencia es esencial porque la vida solo es posible y viable en plural.
Precisamente porque somos coexistencia, un segundo criterio de esencialidad es cuidar de la manada, o de un modo más refinado, la polis, la comunidad. Para abreviar decenas de siglos de historia, hoy en día el estado se erige como expresión institucional de cohesión en una sociedad. Y su razón está dada por la capacidad de posibilitar el desarrollo de la vida con seguridades, certidumbres, inclusión y libertad. Procurar que el estado mantenga su capacidad de actuar así es fundamental para el cuidado de la comunidad.
No está de más decir que la polis o comunidad actualmente no es una aldea sino un pacto complejo de personas y prácticas cuyas certidumbres están afianzadas por instituciones, leyes y por la tensión entre límites y libertades. Por eso, bajo determinados escenarios de emergencia, la protección de la comunidad adquiere un rango de prioridad tal que los límites (por ejemplo, el aislamiento social) son el medio por el cual se protege la convivencia en el tiempo.
Ahora bien, si la protección a la vida en la emergencia implica hacerlo en tiempo presente, el cuidado de la polis se juega entre presente y futuro. Las medidas que se tomen hoy para cuidar de la comunidad tienen repercusiones en la generación actual y en las futuras.
Por ello el tercer criterio de esencialidad es de contenido económico. La vida y la convivencia humana requieren alimento, agua, medicamentos, transporte, etcétera. Quienes han analizado escenarios de crisis han configurado listas de actividades denominadas esenciales bajo dos ópticas, una positiva y otra negativa, la primera se refiere a todas aquellas actividades fundamentales para mantener la vida en la complejidad actual; la segunda, todas aquellas actividades cuya suspensión podría tener efectos dañinos irreversibles. La complejidad de estos listados obedece a que también el cuidado del sustento (economía) tiene un componente de presente y futuro. Lo que se decida hoy repercutirá más adelante. Dicho con palabras de Fernando Savater: "un país arruinado no es mejor para la salud que una epidemia".
En resumen, lo esencial es cuidar la vida (personas), la polis (comunidad) y el sustento (economía). Entre la técnica y la sensibilidad emergerá el equilibrio de las decisiones. Lo esencial exige actuar con rapidez en el presente sabiendo que las decisiones repercutirán en generaciones por venir. Es tan complejo el desafío, que exige corazón e inteligencia visionarios. No contar con eso, significará agravar las consecuencias.