(VERÓNICA RIVERA)
Un año antes de que Ulises de James Joyce fuera publicado por primera vez, el escritor Válery Larbaud escribió en una carta dirigida a la editora estadounidense Sylvia Beach: “Estoy loco por Ulises. El libro de Joyce es tan grande, amplio y humano como Rabelais”.
El tiempo es implacable con las obras literarias. Aquellos manuscritos que carecen de voz propia reservan lugar en la hoguera del olvido. Pocos han sido los textos capaces de alcanzar el parnaso de las letras, de aferrarse al enigma de su forma y causar admiración en quienes estudian su morfología. Ulises es una de estas obras maestras que, a 100 años de su publicación, sigue generando preguntas, estudios, análisis y textos en sentido de homenaje, como el que ahora se encuentra frente a los ojos del lector.
El 2 de febrero de 1922 fue el día elegido para que Ulises viera por primera vez la luz. La novela fue publicada por Sylvia Beach en la editorial Shakespeare and Company. La fecha, como todo lo que rodea a un buen escritor, irradia supremo simbolismo, pues se trató también del cumpleaños número 40 de Joyce. Además, la historia se ambienta en el 16 de junio de 1904, el día en que el autor se encontró por primera vez con Nora Barnacle, su esposa.
La expectativa por la aparición de Ulises era grande, algunos capítulos ya habían sido publicados en revistas independientes. Surgían cuestiones: ¿El desarrollo de su principal personaje debería emular la inconstante madurez del hombre? ¿Qué depararía la nueva aventura de Leopold Bloom reunida, ahora sí, con todas las voces de sus arias?

París, ciudad donde Joyce arribó tras dejar Irlanda, fue testigo de las repercusiones de Ulises. En algunos círculos culturales, se convirtió en signo distintivo haber leído entero o en partes esta obra. Los primeros críticos concluyeron que el autor irlandés atacaba a la sociedad moderna; el Bloom de sus anteriores textos se había convertido en un don nadie con ligera depravación y Molly, su esposa, en una completa depravada.
Otros analistas llegaron a creer que se trataba de un texto cubierto de indiferencia antihumanística. Al resto le pareció que el escritor lanzaba sus críticas desde un punto de vista católico. Virginia Woolf abandonó su lectura a las pocas páginas y condenó al volumen como la obra de un obrero.
En marzo de 1922, la revista Vanity Fair publicó una entrevista que la poeta estadounidense Djuna Barnes le realizó a Joyce. Allí el autor revela: “En el Ulises he registrado, simultáneamente, lo que un hombre dice, ve y piensa, y todo lo que ese ver, pensar y decir hace a lo que ustedes, los freudianos, llaman el subconsciente”.
Joyce elaboró una dialéctica entre el lenguaje hablado y el escrito, para aproximarse al idioma del pensamiento. En este núcleo nada aparece con orden y el asalto de las ideas es caótico, revolucionario. La conciencia no es lógica, mucho menos ordenada. Los estímulos abordan y las percepciones irrumpen en la trayectoria de cualquier designio.
Desde la grieta más profunda de su estructura, Ulises dialoga constante con la Odisea de Homero. Sus capítulos evocan a los pasajes homéricos. Los análisis académicos citan con constancia la escena del burdel, en clara referencia al asalto de las sirenas. Y así como Ulises desea regresar a Ítaca, para reencontrarse con su mujer al terminar la Guerra de Troya, Bloom piensa en su amada durante toda la jornada y anhela los momentos donde ella le era fiel.
Tras la belleza
En su Seminario 23, el psicoanalista Jacques Lacan habla sobre cómo Joyce trata la lengua en Ulises, de qué manera la descompone, disuelve y desaparece su identidad fonatoria. Mientras que el escritor lagunero Saúl Rosales asegura que los malos lectores han creado el mito de que es una lectura imposible. Se dice que sólo existen dos formas para no caer maravillados ante la belleza de este texto, una es no leerlo y la otra es leerlo mal.
“Para leer el Ulises hay que entrar a un juego, leerlo como entrar a un juego. Es decir, sentirse desembarazado para leer. No sentirse rígido o ante una lección. El juego está de principio a fin. En la mitad del libro, hay muchas parte donde Joyce parodia todos los estilos literarios y no literarios: los estilos de los contratos de arrendamiento, los oficios jurídico, las conversaciones. En fin, hasta se puede leer un fragmento escrito en el tono de las novelas de caballerías”, añade Rosales.
La sensación impotente de un lector no experimentado ante Ulises, puede representarse con la siguiente metáfora: quien jamás ha visto riqueza en su vida, puede abrumarse ante una mina de oro. Para Rosales, la obra de Joyce irradia belleza, en el sentido platónico de que lo bello es difícil y sensación de lo terrible.
“Aquí está la belleza que es terrible y que invita a ser compartida, a ser correlacionada entre el lector y la novela llamada Ulises. Hay que tener la decisión de buscar un placer como lo es leer este libro”.
Leer Ulises es también aprendizaje, posee lecciones de cómo jugar con la palabra y escribir en el estilo de combinar la voz narradora con las voces de sus personajes, en el ya citado flujo de conciencia.
“Si alguien quiere ser un buen escritor, debe leerlo con detenimiento, porque tiene muchísimas enseñanzas. La primera de ellas es la irreverencia ante todo: burlarse de todo como lo hace Buck Mulligan con Stephen Dedalus, reírse de todo y de sí mismo”.
Ulises ha inspirado también la obra de múltiples pintores, cineastas y músicos. Ejemplo de ello es la pieza musical Thank you Mr. Joyce, escrita por el compositor español Pedro Halffter. Cabe mencionar Bloom (2003), adaptación cinematográfica dirigida por Sean Walsh.
El primer ejemplar de Ulises se encuentra expuesto en el Museum of Literature Ireland (MoLI), en el corazón de Dublín. Los estudios, conferencias y análisis sobre su contenido continúan su cauce como el río Dodder en la capital irlandesa, mientras en sus riberas el Bloomsday desata algarabía cada 16 de junio.
Sobre el autor James Joyce
- Nació en Dublín, Irlanda el 2 de febrero de 1882.
- Publicó Ulises el 2 de febrero de 1922.
- Falleció el 13 de enero de 1941 en Zúrich, Suiza.
- Hoy también es el 140 aniversario de su natalicio.