En 2016, a sus 21 años de edad, Brian Lozano llegó al Club América, "el más grande de México" (según sus palabras), para no triunfar.
El jugador de menos del 1.70 de estatura, promesa eterna del futbol uruguayo, estuvo un semestre en el nido, sin recibir los minutos que hubiera querido por parte de Nacho Ambriz. Durante ese tiempo, una lesión también le quitó posibilidades. Lozano regresó a Uruguay, su natal, para jugar con el Nacional. Un año después, volvió a México, al Santos Laguna, en modo préstamo.
La historia del "Huevo" se remonta a la de una infancia complicada. Jugador de barrio, donde las balaceras interrumpían los partidos callejeros, donde la comida escaseaba, donde las familias de muchos integrantes se las ingeniaban para eludir el camino de la delincuencia y la drogadicción. Lozano tiene su apodo desde niño, otorgado por el abuelo, debido a una hernia en un testículo.
América fue el primer equipo que le tuvo fe en nuestro futbol. Pensaron haber encontrado a un jugador diferente, que les ayudaría a reforzar su plantilla. Pagaron por él, según fuentes, tres millones de dólares en 2015 en un contrato por tres años. Fue presentado a principios de 2016 y regresado a su país, meses después.
En junio de 2017, se puso la "Albiverde", equipo con el cual comenzaría a brillar y a desplegar su mejor futbol. Ahora sí, luego de un paso destacado en las selecciones inferiores de su país, se comenzó a hablar del Brian Lozano como un jugador de grandes condiciones.
El Clausura 2018 ha sido su mejor torneo, considerado para el 11 ideal de la Liga MX, luego de ganar el título con los Guerreros. Ídolo, entonces, de la afición lagunera.
Hoy, el presente del "Huevo" es diametralmente opuesto. Las lesiones no han dejado que retome su mejor forma. La presión, lo que la gente espera de él. Señalado constantemente por los medios de comunicación, referente en un equipo que busca cada torneo estar entre los mejores cuatro. Lozano, destinado a triunfar con las Águilas, terminó su andar en un equipo del norte de México, una región inhóspita, en donde la única forma de sobrevivir es a través del esfuerzo propio.
A "Huevo" se le puede agradecer su talento, su buen futbol, su pundonor. Al mismo tiempo, hoy se le reprocha su mensaje de desprecio al futbol; un deporte que de niño (ha dicho) no le gustaba, pero que a la edad de 10 años descubrió como forma de supervivencia. Fue su camino para evitar el de las drogas. Y fue gracias al futbol que pudo devolverles algo a sus padres. El dinero que ha ganado le ha servido, al menos, para comprarles casa.
Pero el "Huevo" se apagó. Apenas pasadas dos jornadas del nuevo torneo, aseguró a través de un extinto tuit que ya no siente pasión por el futbol y está dispuesto a sacrificar el 70 % del sueldo que percibe por parte de los Guerreros para regresar a Uruguay, donde lo espera su familia y el barrio que lo vio nacer. No hace mucho, se conoció que durante un periodo vacacional, el automóvil en el que viajaba Brian fue baleado... por accidente.
Lozano está valuado hoy en 4 millones de euros, según el portal especializado Transfermarkt. Las pocas posibilidades que tiene de ir al Mundial, el contradictorio apoyo que ha recibido en las últimas semanas en México, sus motivos personales y, seguramente, no regresar de lleno a la titularidad (debido a su nivel de juego) tienen al "Huevo" en una situación "a tope". Y es una lástima; este debía de ser su año, con 28 inviernos cumplidos.
Las redes lo revientan. No es tiempo en el que un líder tenga permitido mostrar flaqueza ante su tribu. O tal vez no sea el líder que la "hinchada" esperaba. A "Huevo" no se le debe obligar a seguir si ya no siente la chispa que lo hacía mover el balón. A 'Huevo', no.
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