En la agenda ambiental no podemos dejar de lado la frágil situación que prevalece con la biodiversidad que aún nos queda en La Laguna. Es ineludible reconocer que los laguneros no nos destacamos por el cuidado de la naturaleza, si volteamos a ver cualquier recurso natural aprovechado en la región, es casi inevitable reconocer que ejercemos algún tipo de presión sobre él como lo vimos con el agua, pero esto es parte de los escasos valores ambientales que caracterizan a nuestra cultura local.
En 2010 se identificaba la presencia de 1,205 especies de plantas vasculares y fauna vertebrada, información proveniente de siete sitios de la región que comprendían tres ambientes diferentes: áreas riparias, elevaciones montañosas y dunas, la mayor parte de ellas son actualmente áreas naturales protegidas. Es posible que estos registros sobre la biodiversidad local se hayan ampliado posteriormente, producto de investigaciones que se realizaran hasta la fecha actual.
Lo cierto es que, si bien se reconocen los esfuerzos gubernamentales, ciudadanos y de académicos por conocer, proteger y conservar esta riqueza biótica, la realidad nos muestra que son insuficientes para frenar las amenazas que enfrentan. La aplicación de instrumentos legales de protección como declararlos espacios naturales protegidos no las detienen, es necesario poner mayor atención y destinar recursos para hacerlo, no basta declarar ínsulas donde los ecosistemas conservan un estado más próximo al original (ya ningún sitio es prácticamente virgen), y luego hacer como que las atienden o atienden a medias.
Uno de los sitios donde encontramos avances importantes es en la Reserva de la Biósfera de Mapimí, que presentaba amenazas graves como el turismo desordenado, la caza furtiva y sobre carga ganadera. El primero, estimulado en gran parte por la quimera de la zona del silencio, ha sido regulado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) con la colaboración de los ejidatarios, la segunda ha requerido un esfuerzo que la ha limitado también con la participación institucional y la vigilancia comunitaria, mientras que tercera presenta avances.
Otro sitio donde la presión humana es muy fuerte, es el Parque Estatal Cañón de Fernández. El desplazamiento de ProdeNazas en su administración por el gobierno del estado de Durango fue una aventura desafortunada, solo sirvió para que esa presión aumentara por la postura oficial omisa; el trabajo realizado por el grupo ciudadano durante una década con escaso apoyo gubernamental se desatendió durante la anterior administración estatal, esperamos que la actual intervenga para contener las amenazas. El turismo no regulado sigue siendo una de las más graves, como se observó durante la pandemia cuando el sitio fue invadido por grupos de personas que, incluso, se ampararon para que se les permitiera continuar destruyéndolo, y los cambios de uso del suelo en la franja ribereña continúan, una parte importante de los concesionarios de esta la han afectado y tal parece continuarán haciéndolo si no se les detiene, también se organizan para proteger sus edificaciones. Próximamente habrá que ver el impacto que tendrá la potabilizadora en lo que queda del río vivo, aguas abajo del Parque.
La Reserva Ecológica de Jimulco también resiente la presión humana en sus ecosistemas y biodiversidad, hasta ahora acotada por la coadministración que ejercen sobre ella Fundación Jimulco y el gobierno municipal, la participación del gobierno estatal y los apoyos federales otorgados por la Comisión Nacional Forestal. Se ha avanzado en regular la extracción de plantas con valor comercial y en acotar la caza furtiva, pero siguen siendo amenazas latentes; si bien en algunos ejidos ocurren transacciones sobre terrenos de uso común,existe el riesgo de que sucedan irregulares cambios de uso de suelo; el turismo que puede ser una oportunidad para que los habitantes de las comunidades mejoren sus ingresos, particularmente el turismo rural y de naturaleza, también será una amenaza si estas no se benefician de él y si no se regula. Una ventaja en este espacio protegido es la participación comunitaria en acciones de protección de la naturaleza, tanto en la vigilancia sobre delitos ambientales como en el control de incendios forestales, acciones irregulares que se han reducido, pero requiere mayores recursos destinados a la conservación yque contribuyan al desarrollo comunitario.
Las Áreas Naturales Protegidas Naturales Voluntarias de Tomás Garrido y Villa de Bilbao, hasta ahora son un esfuerzo facilitado por el gobierno del estado de Coahuila a los ejidatarios de estas dos comunidades, esperemos que ahí no se relaje la protección en las dunas y demás zonas aledañas.
Existe también otra área recién declarada por el gobierno del estado de Durango, La Sierra del Sarnoso y el Cañón del Indio, sobre la que se espera realicen acciones de protección y conservación. Esperemos prospere el proceso que actualmente realiza la CONANP de, junto con el Cañón de Fernández, incorporarla a un espacio protegido más amplio en el cual ya no solo se establezcan sitios insulares, sino que se creen corredores biológicos que den mayor oportunidad de conservación a la biodiversidad local. Sería un logro importante.
Los laguneros no nos damos cuenta que las directrices nacionales e internacionales nos indican la importancia de conservar la biodiversidad que tenemos, como ocurre en el ejercicio que actualmente se realiza con la Nueva Agenda Urbana, que plantea la conservación de biodiversidad como criterio de sostenibilidad de las zonas metropolitanas, los Objetivos del Desarrollo Sostenible de ONU, entre otras. No se deben relajar las acciones de vigilancia y denuncia sobre las acciones humanas que presionan los pocos espacios naturales sujetos a protección que tenemos en La Laguna, por el contrario, será siempre parte de la agenda ambiental pendiente mantenerlas.
