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Al Larguero: Ese eco que se vuelve

ALEJANDRO TOVAR

Nos parecemos porque somos del grupo de gente que parece divorciada del resto, de esos que se mantienen dentro de los viejos compromisos de la disciplina, porque resulta más interesante el satisfacer las necesidades de la imaginación, que vivir temblando, como si la pandemia persistiese. Pero hoy en día parece que somos testimonios de voces silenciadas y no democracia en desarrollo.

Los laguneros somos especiales y de dos clases. Una, la que vive dominada por los medios y solo mira de reojo cómo se consume su agua en regar alfalfas y dos, los preocupados por la crisis hídrica y ambiental solapada por Conagua. No podemos tomar "Desayuno de campeones" como hacían Mickey Mantle y Billy Martin a diario y temprano: Brandy, Kalhúa (licor de café), crema y hielo licuados, muy temprano. Nosotros solo café con crema y a lidiar huérfanos de optimismo.

¿Beisbol? Uf, si  en Yankees solo falta que se lesionen Brian Cashman y el joven Steinbrenner. ¿Selección? Uf, si hasta ahora Martino y compañía no nos indican cómo se aprende a convivir con el ridículo, con toda la afición de cabeza, con las mejillas consumidas en una época de estrés, como los amigos del Cruz Azul, tan dolidos, que siempre van buceando en su mundo de angustia.

Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio, así que cuando los fans voltean al bello pero solitario estadio queretano se les nota ilusionados y es un afán legítimo, han olvidado que los chicos de Fentanes, fuera de casa suelen caer en letargos de pesadilla. Dice el DT que  "no se acomodan en la cancha" ¿No sería posible que algún influyente los dejara jugar solo en TSM?

El técnico no tiene la culpa de que la dirigencia no haya pensado en otro central de emergencia que apoye a Hugo Isaac, destinado a enfrentar a la caballería rival, casi en soledad porque sus laterales, uno por veterano y otro por nuevo, no cierran nunca a tiempo. El bajito Prieto es líder en el esfuerzo pero por alto tiene qué buscar una escalera. Brunetta ataca pero no apoya a su zaga.

El pagano de todo es el joven capitán, que recibe los goles y vuela de poste a poste. Fentanes conoce a todos los muchachos de inferiores y no se atreve a poner a uno de ellos en el centro de la zaga y así no moldea su imagen pública. Insiste en el joven Diego, al que debe enseñar a cabecear y a combinarlo con Suárez. El zurdo y Cecilio necesitan más minutos para rendir al tono apetecido.

Carlos Acevedo, no solo se dibuja con elegancia y plasticidad, sino que inspira con su dinamismo estremecedor. Después del tercer gol del colero queretano, cerró sus ojos tan alertas en sus cuencas huesudas y se metió en un traje de esos que solo usan los maestros de lo imposible, cruzó la cancha y saltó para conectar, marcar y entrar a los récords. Se retiró corriendo a su arco, gritando mientras caía la tarde, quizá sabiendo todos también que el Tata Martino lo veía por la tv.

Fue solo eso, un equipo que rescató algo ante un actor secundario que quiso ser protagónico y solo sacó un punto. Nada es tan terrible como parece. Nada es definitivo. Todo puede cambiarse.

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