“Quiso volar igual que las gaviotas, libre en el aire, por el aire libre y los demás dijeron, “¡pobre idiota, no sabe que volar es imposible!”
-ALBERTO CORTÉS-
Narra Hesíodo en su "Teogonía" que cuando Zeus derrotó a Cronos castigó a sus enemigos encadenándolos en una profunda caverna en el tártaro. Platón, en el libro VII del diálogo "La República" crea la "Alegoría de la Caverna" que por más de 24 siglos ha tenido profundas reflexiones para diversas problemáticas sociales:
Con cadenas que les sujetan cuello y piernas, aquellos condenados únicamente pueden mirar hacia el inmenso muro del fondo de la caverna; jamás pueden girar la cabeza. En lo alto de esta cueva existe un agujero por el que penetra el sol proyectando imágenes del exterior. Son estas animales, pájaros y seres humanos que caminan frente a la boca de la gruta y sus contornos son los que de manera oscura y plana se arrastran sobre aquella pared.
Los infelices encadenados consideran las sombras de los objetos como seres maravillosos, su ignorancia provocada por el largo encierro les hace creer que en el mundo sólo existen ellos y las efigies proyectadas; no pueden concebir nada más allá de su único mundo.
Por un extraño sortilegio o por un virus que corroe metales, uno de los cautivos queda suelto de sus grilletes… liberado alcanza a distinguir la boca de la cripta y decide ir hacia aquella luz. A tropezones sube la empinada cuesta, desgarrándose pies y manos y alcanza la anhelada puerta a otro mundo. La intensa luz solar lo encandila y el dolor de sus ojos es atroz: Poco a poco estos se acostumbran y sorprendido descubre una nueva realidad. Un mundo en el que las sombras planas son seres hermosos, tridimensionales, poseen colores y movimientos múltiples; son reales, no solo apariencias insensibles. Ve al sol; es fascinante, lo llena de calor y siente su esplendor.
Admirado por esta nueva y maravillosa realidad, decide regresar al antro para comunicar a sus compañeros de cautiverio tan excepcional mundo. Desea liberarlos de sus cadenas y traerlos a que conozcan lo que él ha descubierto y que se fascinen como él lo está. Sin embargo, ellos se burlan, no creen en esos asombrosos portentos que narra. Como insiste en sacarlos de su esclavitud, enfurecen creyendo que quiere dominarlos, dañarlos, perturbarlos y son capaces de matarlo, le exigen los deje como están.
Esta parábola platónica comparada con el hoy vivir, nos demuestra que aún existen quienes se niegan violentamente a ser liberados; carecen de ambición por la vida y sin atreverse a cuestionar. Ese rechazo significa el odio del ignorante contra el que piensa y busca hacer mejor el mundo; se niegan a salir de la caverna y a debatir si existe otro mundo, otra forma de vivir y terminan por engañarse a sí mismos al creer que no hay nada nuevo, que esta vida es la única y para siempre.
La ética obliga al que sabe a regresar para explicar la realidad y librar de las cadenas al desventurado; aún a costa de su vida. El verdaderamente ser ético es quien regresa a las tinieblas para tratar de ayudar a los ignorantes a salir de su dolor aceptado por ideología o complacencia. Nuestras máximas limitaciones son mentales y solo cada persona puede romperlas.
Se nos exige entrar a una "Nueva Normalidad"; que no debemos volver a la anterior; estamos obligados a demostrar que hemos aprendido el mensaje que nos envió la madre tierra.
El teólogo brasileño Leonardo Boff nos ofrece el siguiente mensaje: "Al final, pasaremos de una sociedad industrial/consumista a una sociedad de sustentación de toda la vida con un consumo sobrio y solidario; de una cultura de acumulación de bienes materiales, a una cultura humanístico-espiritual en la que los bienes intangibles como la solidaridad, la justicia social, la cooperación, los lazos afectivos, la amorosidad y la lógica del corazón estarán en sus cimientos". ¿Estamos listos para aceptar que debemos cambiar?
