(JAVIER NAVEJAR)
La tenacidad nata de Ana Melissa Navarrete la llevó a seguir desde muy joven su interés por la danza. No sólo estudió en el extranjero para aprender las mejores técnicas, también ambicionó -y logró- cumplir el sueño de tener su propia academia de baile y enseñar a otras niñas, niños y jóvenes que, como ella, quieran dedicar su vida a este arte.
Tras bambalinas, en uno de los teatros más reconocidos de Torreón, la maestra y directora del Centro de la Danza Laguna habla de las satisfacciones y retos que implica dedicarse a esta disciplina artística.
¿Cómo fue que empezaste en la danza?
Yo empecé en el Centro de la Danza Laguna, siendo alumna. Empecé ahí como desde los 3 años. Estuve en ballet, después en jazz, en tap, en todas las disciplinas y como a mis 17, 18 años ya decido que lo quiero un poquito más en serio, ya no era un hobbie, de verdad me encantaba. Me fui a estudiar a Nueva York dos años, hice una certificación en Broadway Dance Center, estuve en varias escuelas de danza en Nueva York y me encantó y ahí confirmé que sí era lo que realmente me encantaba, me apasionaba.
Siempre tuve el sueño de abrir una academia y cuando me regreso a Torreón empiezo a dar clases y como a los dos, tres años empiezo a implementar todas estos tipos de disciplinas. Metí Contemporáneo, Jazz, Lírico, Hip-Hop, Tap. Luego empieza a crecer más la academia y ahí fue donde nace la sociedad. Mis socias, que son como mis tías me ofrecen quedarme como socia en la Academia y abrir otra sucursal y empezamos a crecer y ahora sí ya me enfoqué un poquito más en ser maestra, directora, porque duré un buen rato bailando.
¿Has pensado en regresar a bailar solamente o estás mejor como directora?
Son dos caminos muy diferentes, que sí se pueden los dos, pero no puedes estar al cien. Si yo seguía bailando, después un telón no bajaba, o la luz no estaba como yo quería o la música, entonces era muy difícil como dividir y creo yo que ahorita ya me satisface más crear el show, formar a los alumnos. Como que ya solté ese lado de seguir bailando para poder lograr también lo que yo quiero en cuestión de producciones, de show, de ballets.
¿Regresando de Nueva York pensaste en algún momento irte a otro lugar?
Sí pensé y dos cosas muy importantes se juntaron. Una: cuando yo me fui a Nueva York, siempre decía, “es que aquí en Torreón todo mundo se va”. Entonces yo ya me había encariñado con alumnas de aquí de la Academia y yo decía, si yo me voy como que ya se van a perder.
Entonces yo decía de por qué irse a otros lados si aquí hace falta eso, ¿sabes? Por ejemplo, en Nueva York abunda todo: las oportunidades, los shows, los ballets, todo. Y acá siento que hacía falta traer a La Laguna shows, espectáculos, festivales, arte. Entonces yo pensaba en qué padre traer acá algo de lo que yo aprendí allá, de también irlo explotando o darlo a conocer en Torreón.
Y la otra, pues fue una temporada difícil de inseguridad en Torreón y mis papás se tuvieron que ir a vivir a Monterrey y se dio que yo me tuve que regresar por esa cuestión. Yo no me iba a regresar la verdad, fueron más bien cuestiones familiares y aparte esa idea que yo traía de sentir que mi misión estaba en Torreón, de subir el nivel de lo que yo aprendí allá y venir y traerlo acá para poder levantar el nivel de la danza en Torreón, en México, que sentía que hacía falta.

Desde el 2013 que te hiciste socia del CDL, ¿sientes que has cumplido los sueños que tenías con tus alumnas?
Sí, yo tenía como misión o meta lo que sentía que no había logrado yo, por así decirlo. Porque en Torreón a mí me tocó una escasez en maestros, en oportunidades. Todavía no se escuchaban otros estilos de danzas, era como ballet y ya, entonces yo sentí que a mí me faltó mucha preparación o maestros que me estuvieran impulsando desde más chica como para algo más formal.
Entonces a la hora que yo llego a Nueva York, sentía que iba un poco tarde, ¿sabes? Porque allá era otro mundo, yo me preguntaba ¿por qué en Torreón no existe eso? Entonces yo sentía que mi misión era formar alumnas para que cuando ellas crecieran tuvieran las oportunidades que yo ya tuve tarde. La danza se empieza desde muy chica si quieres algo más profesional. ¨Para ser bailarina profesional tienes que empezar a los 8, 9 años ya serio. Sino, si llegas a tus 17, 18 años y no vienes de algo serio y quieres serlo, pues ya es muy tarde, por físico, por lesiones. Te puedes lesionar si no vienes preparando tu cuerpo correctamente para un entrenamiento así ya más profesional, Aquí en Torreón, está un poco más limitado, o sea, tus papás o la gente de aquí no lo ve como algo profesional, lo ve más como hobby.
Y estando aquí, ¿sientes que tus alumnas tienen más oportunidades que las que tuviste tú en su momento?
Sí. He logrado formar alumnas que se les abren puertas desde muy chicas a otros países o a otras compañías donde ahí me digo que sí lo voy logrando y me siento satisfecha con lo que he podido hacer. Claro que son alumnas que han decidido también tomarlo más profesional y con papás que las apoyan a irse a un camino más serio en la danza.

En tu caso, ¿siempre tuviste apoyo de tus papás o qué limitantes hubo?
Nunca batallé para ir a mis clases de baile, nunca fue una obligación, siempre iba con muchísimas ganas. Mis papás eran los que siempre me decían, “espérate, eso no es una carrera, eso no es profesional, eso es un hobby”, por la mentalidad que yo entiendo que hay en Torreón y por las pocas oportunidades que precisamente hay para un bailarín profesional.
Yo sí me tuve que aferrar un poquito, incluso ser un poquito rebelde con mis papás. Por ejemplo, la ida a Nueva York era un no rotundo de mis papás, entonces a mí me sirvió un poquito ser como muy persistente en lo que quería porque algo me decía que eso era y desde chiquita fui muy aferrada y cuando mis papás me decían no, yo decía sí.
Yo creo que años después es cuando ya te das cuenta como papá que sí hay que hacerle caso a los hijos cuando son muy insistentes, porque muy pocas veces los chavos tienen la claridad de saber qué quieren, entonces cuando lo quieren es como… pues apoyarle porque estés en donde estés con pasión, hagas lo que hagas con pasión, te va a ir bien.
Cuando estuviste en E.U. que viste otro nivel de baile, ¿sentiste alguna presión o un sentimiento de descontento?
Sí, fue un shock. Al ver a niñas de 7 u 8 años que bailaban increíble, yo decía híjole,yo a esa edad apenas hacía tres veces menos lo que está haciendo esa niña. Pero como que a mí eso me motivó, me empujó a seguir buscando lo que quería lograr, más que derrotarme o agüitarme. Sí me agüitó, obviamente, pero más bien fue eso, yo quiero salir, yo quiero seguir adelante y cuando tenga alumnas o cuando me toque dar clases yo no quiero que pasen por lo que yo estoy pasando ahorita. Fue como un factor motivacional eso que viví al llegar allá.
¿Es la misma pasión ser bailarina que ser maestra?
Es un sentimiento muy diferente, porque cuando bailas es como una satisfacción muy grande, pero como que sientes que sólo es para ti, ¿me explico? Es como para ti esa satisfacción de sentirte bien, de estar haciendo lo que te gusta. Y dar clases aparte de que es para ti es para los demás, entonces como que siento que es doble satisfacción el servir también a alguien más por medio de ti, compartiendo tu sabiduría, tu pasión, el amor por lo que haces, tus conocimientos y todo. Creo que es bien diferente, no se puede comparar y yo agradezco que pude sentir los dos, que tuve tanto como bailarina y poder salir y bailar y pisar escenarios y todo, como también como maestra el ver y formar alumnas, creo que me encanta.
Y el baile, más allá de tu profesión, ¿cómo ha influenciado en tu vida?
Creo que me ha sensibilizado mucho el bailar. El baile sí me ha cambiado de verdad la vida. Creo que ha definido mucho quién soy, me ha enseñado que si te caes te levantas, a no darme por vencida, que hay muchos retos que no puedes nada más tirar la toalla y abandonar. Es como un reto constante, que te está retando a dar más y más y a ver hasta dónde aguantas tanto en paciencia, en pasión. Me ha enseñado mucho a tener esta inteligencia emocional de no engancharme en cosas o no quedarme en el estrés, sino a tener que seguir adelante ya sea por mí, por mis alumnas, por la gente, por el público, por la producción. Y creo que también el dar clases, las alumnas me enseñan mucho. A veces les digo “ustedes son mis maestras”. Como yo soy la maestra de baile a veces ellas son mis maestras de vida, me han enseñado muchísimas cosas, a crecer como maestra, también me retan, me enseñan a ser más paciente y es toda una cadenita que ha ido definiendo lo que es yo.
¿Hay alguna pieza que te guste mucho danzar o sientes que te hace falta bailar?
Híjole, pues tengo muchas coreografías así guardadas en el corazón que me encantaría volver a bailar pero no tengo una en especial. Como que cada una la viví, la gocé y ahorita sigo bailando en algún momento dentro del salón a la hora de poner coreografías a las alumnas y eso lo sigo disfrutando mucho.