EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

No hagas cosas buenas

Circunstancia local

ENRIQUE IRAZOQUI

Miles de análisis se han hecho ya desde que se conocieron los resultados de las elecciones del domingo donde Morena conquistó 4 de 6 gubernaturas: le arrancó al PRI el poblado y atrasado estado de Oaxaca, además de Hidalgo; al PAN le arrancó Tamaulipas con todo y marrullero gobernador Cabeza de Vaca, de paso hizo lo propio en Quintana Roo donde aún gobierna un mandatario que llegó a la primera magistratura de ese estado bajo las siglas de Acción Nacional, pero que en realidad es un priista que en una cisma interno de su antiguo partido conformó una alianza entre el organismo fundado por Gómez Morín y el Partido Revolucionario Institucional.

En cambio, Aguascalientes, pequeño territorio si se compara con casi el resto de los 31 estados de la república mexicana, ubicado en la próspera región del Bajío, no dudó en refrendar su confianza en el PAN y con amplio margen retuvo la entidad, aunque formalmente compitió en alianza con el PRI y con PAN.

Mención particular merece lo sucedido en el estado de Durango, donde la coalición de los otrora tres grandes partidos, PRI, PAN y PRD postularon al priista Esteban Villegas, quien había sido derrotado seis años atrás por el actual gobernador José Rosas Aispuro Torres.

En la tierra cuna de personajes históricos como Guadalupe Victoria y Francisco Villa, la Alianza enfrentó a la coalición que encabezaba el arrollador partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, Morena junto con el Partido del Trabajo y el impresentable Partido Verde.

Morena y sus aliados iniciaron la contienda con una amplia ventaja en las encuestas, misma que fue perdiendo con el paso de las semanas y el día de los comicios, como ya lo adelantaban las encuestas, fue tal que se llevó una clara derrota que ni siquiera las propias mediciones previas anticipaban.

¿Qué fue entonces lo que pasó y qué lecciones deja el resultado de Durango? Primero que nada, saber que la derrota de las huestes de López Obrador se debió en parte a la decisión de su partido de lanzar a una candidata que no estaba de origen en la cima de posicionamiento que había elegido su partido como método de selección para la candidatura. El instrumento para saber quién era en diciembre pasado la mejor opción de ser momento fue el levantamiento de tres encuestas realizadas por sendas casas dedicadas a esa labor y la cual señalaba que la hoy derrotada y todavía alcaldesa con licencia de Gómez Palacio, Marina Vitela, aparecía hasta el tercer sitio de las preferencias del público encuestado, por detrás de los senadores José Ramón Enríquez y Gonzalo Yáñez, quienes aparecían primero y segundo respectivamente en las mediciones.

Sin embargo, como la legislación electoral establece la obligatoriedad para los partidos políticos o en este caso para las coaliciones, presentar paridad de géneros en sus candidaturas, en este caso que se disputaban 6, tenía que presentar 3 hombre y 3 mujeres y eso abrió la puerta Vitela, ya que Morena tenía cuadros masculinos más afianzados en Oaxaca, Hidalgo y Tamaulipas, donde finalmente consiguieron 3 de 3. En cambio, sabedores que Aguascalientes pintaba poco menos que imposible, Quintana Roo y Durango con posibilidades, postularon mujeres. El resultado aquí es que solo se ganó 1 de 3.

Aguascalientes estaba de entrada perdido, no así Durango, aunque las causas parecen diversa se centran en pocas razones: Durango no estaba dispuesto a aceptar que un persona de La Laguna fuera gobernadora y menos siendo mujer; las divisiones en el partido de López Obrador fueron de tal tamaño de carácter local, particularmente en el municipio de Gómez Palacio, que los aliancistas al lograr postular un candidato(a) de peso completo como Leticia Herrera, mucho habían hecho para conseguir la victoria. Tan es así que las divisiones morenistas dieron pie a estrepitosas derrotas en la capital donde Gonzalo Yánez es un cartucho quemado y Betzabé Martínez en Gómez Palacio poco pudo hacer; Lerdo en cambio fue un resultado más cerrado.

En resumidas cuentas, lo sucedido en Durango pareciera dar un aliento para aquellos que piensan que en 2024 López Obrador puede perder, lo que es realidad es remoto.

Durango perdió Morena por su torpeza y por la capacidad de los cuadros opositores de haberse repartido el pastel político de tal manera que les permitiera trabajar como lo hicieron para ganar, lo cual difícilmente se puede repetir dentro de dos años a nivel nacional, por lo que la circunstancia fue local, nada que ver con el entorno nacional.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: editorial Enrique Irazoqui editoriales

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 2096857

elsiglo.mx