Los recientes eventos desfavorables de las Selecciones Nacionales femenil y varonil Sub-20 de futbol y su eliminación a los Juegos Olímpicos y Mundiales de su categoría llevan a la búsqueda de las causas del bajo rendimiento, si bien las fechas elegidas en las que se realizó la eliminatoria no son las mejores por la pérdida de capacidad física y de ritmo de partido es de hacer notar que la mayoría de los equipos llegan bajo las mismas circunstancias, sin embargo se pasa por alto una situación importante que es rescatable en el vestidor y el mensaje en los entrenamientos, la fortaleza emocional, ¿qué tan resiliente puede ser esta selección? A lo largo de la historia de esta a nivel de la llamada mayor se han dado situaciones de generaciones perdidas en las que en algunos casos quienes han vivido la situación han salido adelante y destacado gracias a su temperamento y han salido adelante.
Espero, seguramente como muchos de ustedes que este no sea un mal augurio para el ya cercano Mundial ante las dudas que despierta el desempeño de la mayor y que lejos del manoseo de los planteles y la sustitución de las cabezas sea cual sean para bien, el hecho de ser nombrado y sentarse en el banquillo genera desde el momento mismo una reacción adversa y sin aun entrar en funciones las búsqueda de un sustituto, sea cual sea el resultado los comentarios alrededor de nuestro representativo no serán de lo mejor, toca a quienes dirigen sin duda alguna conjugar la dualidad del entrenamiento físico y emocional, el uno reforzara al otro y dará la posibilidad de resurgir ante los compromisos siguientes.
En la preparación del deportista es de suma importancia en busca de la mayor efectividad de la dualidad entrenamiento físico y mental considerar los múltiples factores que influyen para este propósito, así, se deben tener en cuenta aspectos sociales, ambientales, hereditarios, culturales y obviamente físicos y psicológicos. Estos factores pueden clasificarse en individuales, que agrupan aspectos como la estatura, destreza, agilidad, velocidad, talento, inteligencia, etc. y en globales, como los factores grupales y los institucionales.
El establecer un entorno adecuado llevará a un mejor aprovechamiento de las herramientas que se proporcionan al deportista, dar un tinte positivo a la aplicación de estos recursos tendrá como resultado la optimización de todas las conductas posibles de repercutir exitosamente en la dupla físico-psicológica del rendimiento. Por el contrario, cuando la práctica de un deporte se vuelve monótona, los resultados son notoriamente negativos, ya que el gusto o placer por la actividad pierde la importancia y frescura de la espontaneidad. La satisfacción o el gusto por el desempeño de una actividad favorecen la asimilación y el aprovechamiento del objetivo buscado, que propicia el máximo aprovechamiento de las aptitudes del atleta, creando además un entorno favorable en la relación deportista-entrenador.
Al respecto, no es raro escuchar u observar en vestidores o fuera de ellos la incomodidad por lo rutinario de un entrenamiento, además de lo difícil que pude resultar el hacer conciencia de ciertas medidas al deportista o dar un giro a esta monotonía si no se cuenta con el apoyo profesional y sobre todo con la disposición para este fin. Por este motivo la comunicación sincera entre el entrenador y el deportista reviste gran importancia, ya que se pueden encontrar en base al trato y conocimiento de la persona, el reconocimiento de aciertos y errores, que manejados adecuadamente darán por consecuencia el mejor uso de sus potenciales. ¡Hasta la próxima!