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Deshumanizado

YAMIL DARWICH

En los últimos meses, los medios de comunicación nos han conmovido recordándonos algo que sabemos, desatendemos y no se atiende eficientemente: el abuso infantil, que va desde el trabajo obligado de menores que deben renunciar a su formación escolar, hasta el asesinato. Igual sucede con el secuestro y feminicidio.

El feminicidio ha incrementado sus cifras en los últimos años, es serio problema social en México, señalándonos, junto con el Salvador, como los países latinoamericanos que más agreden a las mujeres, calculándose que cada dos horas hay otro asesinato.

En La Laguna, también tenemos cifras ofensivas para la dignidad: al menos el 30 por ciento de las mujeres han sido agredidas y las estadísticas muestran alta ineficiencia de las autoridades. ¿Indiferencia?

El maltrato, ocasionalmente abandono o asesinato de los mayores, también está incrementándose; algunos viven secuestrados en sus hogares, otros sometidos a trabajos de servidumbre.

Piense en los ancianos que deben cuidar a menores mientras los padres trabajan; algunos familiares les quitan sus tarjetas de pensión, ya que "no las necesitan ni pueden -saben- utilizarlas".

Los países que tienen mayores deficiencias en escolaridad y pobreza muestran más abusos humanos; las fallas en el ejercicio democrático son factores que favorecen la deshumanización al no existir contención legal y/o mala aplicación de las leyes. Ocasionalmente intencionada.

El Estado de Guerrero, en su parte más pobre de la montaña y por tradiciones indígenas, los menores pueden ser tratados como mercancía; "adquirirlos" con el pago equivalente a una vaca -en ocasiones ni eso- y unas cuantas monedas pueden marcar su destino, ser vendidos con fines de esclavitud, sufriendo abusos varios, incluyendo los sexuales y/o matrimonios obligados. Recientemente, una niña de 11 años, negándose a casarse, escapó y terminó presa.

En los últimos diez años, la violencia contra menores ha aumentado 5.9 veces y por cada niño maltratado existen nueve niñas violentadas; de cada diez, nueve son agredidas en casa; grave que algunos analistas consideren que solo el 10% de los casos son conocidos o denunciados.

Le comparto otro dato: en los últimos 10 años, se registraron en la SSA, a nivel nacional, 31,703 menores a 17 años fueron violentados sexualmente, cifra escandalosa. Recuerde: ellos representan el futuro.

Sé que nuestro primer pensamiento va dirigido a la deficiencia de las autoridades y, ciertamente, tienen la mayor responsabilidad al no cumplir eficaz y eficientemente con sus funciones, pero… no olvidemos que también nosotros favorecemos tales actos de barbarie; le menciono algunas observaciones de la vida cotidiana:

Tenemos parte responsable en los actos de abuso a menores, mujeres y ancianos, cuando observamos y no actuamos deteniendo a los abusadores; no le recomiendo la actuación física y con violencia, pero sí su participación denunciándolos y auxiliando al agredido.

La pobreza, con su falta de oportunidades, ha hecho que los cruceros de las calles se encuentren plagados de todo tipo de subempleados y pordioseros; desde los vendedores de frutas, verduras, juguetes y otros, hasta los menores y mujeres indígenas pidiendo dinero para su subsistencia.

Desde luego que es desgarradora su imagen, pero regalándoles unos pocos centavos no solucionamos el problema que corresponde a las autoridades; de hecho, al darles dinero animamos y además promovemos el incremento de mendigos. Simplemente piense en cuánto -poco a poco- llegan a recabar: más de trescientos pesos en 4 horas; luego compare el salario mínimo de una jornada laboral de ocho horas.

Otro ejemplo patético: los menores, hijos de indígenas mendigantes, sorteando el paso de vehículos en las calles y avenidas; ellos deberían estar en la escuela o casa, seguros, con limpieza y el mínimo de nutrientes.

Recuerde que la "universidad de la calle" evoluciona en grados: primero: niños mendigando, luego pidiendo dinero a cambio de alguna mercancía; después, mayores haciendo actos circenses y finalmente adultos, buscando oportunidades para delinquir. Todo empieza con la injusticia a esos niños, algunos menores a los 10 años. Incluya la drogadicción.

Los bebés liados entre chales son muestra de la magnitud del problema y ha algunos los observamos durmiendo por horas, sospecha evidente de estar medicados para "que no den lata y dejen trabajar"; otros, simplemente sentados -algunos gateando- en jardineras, camellones o banquetas, exponiéndose a atropellamientos, mientras su madre los descuida para pedir dinero aprovechando el rojo del semáforo.

No deje pasar de largo que algunas de esas mujeres son repartidas en camionetas desvencijadas, ubicándolas en cruceros estratégicamente. ¿Quiénes son esos "administradores" de las abusadas? y… ¿cómo es que lo hacen impunemente?

Entiendo que no asignan presupuesto al DIF -no genera votos- y que las ONGs no pueden cubrir todos los casos, -algunos importados de estados federales vecinos- pero nosotros podríamos ejercer acciones que ayuden a quienes regalan su tiempo para atender a menesterosos, con dinero o entregándoles algunas horas de trabajo, pero… reflexionemos: ¿por qué no lo hacemos?

ydarwich@ual.mx

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