Con su estilo barroco de escritura, usual en el siglo XVII, Sor Juana estructura la máxima “no es otro el exceso que el hombre hace al bruto, sino sólo entender”, misma que se podría parafrasear con la prosa del siglo XXI para que quedara con la siguiente estructura: en lo que el hombre excede al bruto no es en otra cosa sino sólo en el pensar.
Hace tiempo que Descartes dijo algo similar: pienso, luego existo. Es decir, es la habilidad de pensar lo que da existencia al ser. El raciocinio es la diferencia entre el ser humano y la bestia.
Apasionada del estudio, del empleo del raciocinio, La Americana Fénix se duele de que quienes se destacan por su inteligencia, o mejor, por su obra intelectual, que no es sino producto del pensamiento, sean víctimas de la envidia convertida en punzantes púas –según la analogía que construye.
De alguna manera la monja de San Miguel Nepantla está reprochando a los envidiosos que se empeñen en castigar el estudio. Podría estar sumamente dolida porque razón importante en su vida era el estudio. Si había ascendido hasta ubicarse en una cima eso se debía a su disciplinada dedicación al estudio (y a producir una obra que precisamente era la que le atraía las púas de la envidia).
La máxima cuyo comentario aquí concluye la escribe Sor Juana en el curso de su Respuesta a Sor Filotea –que en realidad es una carta al obispo Manuel Fernández de Santa Cruz– en el pasaje en que se duele de haber sido torturada por la envidia. Se dirige a su superior en jerarquía religiosa pero gracias a la trascendencia que conquistó ahora todos pueden sentenciar:
Sor Juana dice: “no es otro el exceso que el hombre hace al bruto, sino sólo entender”.