Hacen de todo. Hasta toman fotos en el Senado. ¿Son eficientes? No sabemos. Las Fuerzas Armadas son aún más opacas que el resto del gobierno. No hay forma de juzgar la calidad de sus resultados ni de valuar el costo de éstos.
Cumplen órdenes. Ahí está el aeropuerto de Santa Lucía. Su utilidad es otra cosa. Los presidentes en México se suelen sentir cómodos con sus generales. No discuten. Ejecutan.
Eso, en sí mismo, es un problema. Una sociedad grande y heterogénea tiene necesariamente visiones muy distintas del mundo. El reto es tener mecanismos democráticos para identificar, entre todos, el problema y la solución.
Un país fuerte y soberano no es uno donde unos cuantos deciden qué se debe pensar, qué ideas fortalecen la unidad nacional, sino uno donde se promueve la creatividad, la crítica, el pensar diferente. Con los mismos criterios del general Sandoval, "velando por la unidad nacional", durante los años más duros del PRI hegemónico se asesinó o se encarceló a muchos dirigentes sociales, algunos de estos hoy prominentes miembros de Morena.
Bajo esa lógica de evitar disensos, la irrupción de AMLO en la política mexicana era un riesgo para la unidad nacional. Así quizás pensaba el general Macedo de la Concha, procurador general de la República del 2000 al 2005, pieza central en el intento de encarcelar a AMLO para evitar su participación en la elección del 2006.
AMLO logró ganar de forma contundente en su tercer intento la Presidencia. Encabeza una visión de México distinta. Toca a la sociedad evaluar qué tanto se han cumplido sus promesas, y para el 2024, escoger entre los candidatos con las mejores propuestas.
En un mundo cada vez más polarizado, el elector, sin embargo, tiende a no pensar tanto en las alternativas, sino en quiénes las proponen. Por eso es rentable atacar al adversario. Importan menos las ideas y los resultados y más la pertenencia al grupo. La mejor crítica a la actual estrategia de militarizar la seguridad pública han sido los discursos de quienes eran oposición y hoy están en el poder.
El Ejército está diseñado para cumplir órdenes porque en la guerra es peligroso ponerse a debatir. Sin embargo, incluso en el campo de batalla, los ejércitos donde todo se decide de manera rígidamente centralizada pueden ser más frágiles frente a ejércitos con estructuras de mando más flexibles, como hemos visto en el mal desempeño del Ejército de Rusia respecto al de Ucrania.
Los sistemas de gestión modernos apuntan a mecanismos de decisión deliberativos y horizontales. Depender de las corazonadas de un solo hombre implica correr muchos riesgos. Sobrevaloramos la validez de nuestras intuiciones. Suelen ser simplemente nuestros prejuicios. Experimentos de estudiantes respondiendo un examen con base en sus intuiciones han demostrado que lo hacen peor respecto de quienes piensan con detalle las respuestas.
Además, nadie puede entender las complejidades de la realidad sin la ayuda de otros. El mejor gobernante suele ser quien combina capacidad de decidir con capacidad de obtener información de calidad y puntos de vista diferentes. La democracia no es sólo votar y dotar a una mayoría del control del aparato político; es deliberar. Hasta un problema sencillo se enriquece con otras visiones, aunque tome más tiempo. Esto es mucho más eficiente que ir rápido en la dirección equivocada.
En buena medida, el Ejército se ha vuelto multiusos por la ineficiencia de una administración donde importa la lealtad a AMLO, no los conocimientos y la experiencia en los temas sustantivos. Cuando algún improvisado no puede con la encomienda presidencial, lo fácil para AMLO ha sido recurrir a las Fuerzas Armadas.
Al poner al Ejército a hacer de todo, vulneramos su eficiencia en lo central: la seguridad nacional, incluyendo, en primer lugar, confrontar a las grandes organizaciones criminales. Éstas son hoy la mayor amenaza a nuestra soberanía.
@carloselizondom
ÁTICO
Las Fuerzas Armadas cumplen órdenes; no discuten, ejecutan. La democracia, en cambio, es deliberar.