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A principios de la década de los setentas del siglo pasado comenzaron a surgir, tanto en Estados Unidos como en Inglaterra, bandas que conformarían un movimiento musical que cambiaría el rumbo del rock. Agrupadas bajo la etiqueta punk, un término que se presume fue empleado primero por el crítico Dave Marsh en 1971, supuso una renovación radical tanto estética como musicalmente. El punk surgió como una contraparte ante el anquilosamiento del rock producto de la resaca de la revolución de los sesentas y el posterior auge del rock progresivo. Éste último caracterizado por un virtuosismo desaforado. Con canciones que alcanzaban hasta los veinte minutos de duración, que incluían solos de órgano y batería que rayaban en el onanismo egocéntrico.
La respuesta del punk fue regresar al rock a sus raíces básicas. Con melodías sencillas y canciones de corta duración. Si bien la rabia que propició el punk, dentro de su filosofía se enarbola una fuerte crítica hacia la política, es un tanto distinta a la del rock & roll primigenio, no es difícil ver que el germen de este subgénero se puede rastrear hasta el primer Elvis Presley. En los dos primeros discos de El Rey hay tres canciones de incuestionable espíritu punk. Tutti Frutti, con su minuto cincuenta y siete segundos de duración, Long Tall Sally, con su minuto cincuenta y dos y Ready Teddy con su minuto cincuenta y cinco, son piezas rápidas, aceleradísimas para su época, que cruzan los oídos como una ráfaga, tal y como lo hacen Cretin Hop, con su minuto cincuenta y cinco, o cualquiera de las canciones de los primeros tres álbumes de los Ramones. Una furia idéntica alimenta estas ráfagas sonoras. La influencia del rock & roll en el punk es tan pronunciada que algunos de los éxitos de los Ramones son reversiones punketas de esas canciones ya de por sí aceleradas, como su cóver a Surfin’ Bird de The Trashmen de 1963.
El estallido del punk se produce en 1976, en la ciudad de Nueva York, con la salida del disco homónimo de los Ramones. Sin embargo, hay que remontarse casi una década atrás para rastrear sus orígenes. En 1967 una banda desafiaría el status quo impuesto por el rock psicodélico, e iría en contra del ideal impulsado por el flower power. Mientras The Beatles abanderaban uno de los sentimientos más puros del jipismo al promulgar que todo lo que necesitas es amor, en la siempre desolada New York, The Velvet Underground componían canciones sobre el sadomasoquismo, las drogas duras y el hedonismo autodestructivo.
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