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El tuit de Brian: futbol y burnout

JOSÉ EDGAR SALINAS URIBE

Luego de la derrota de su equipo ante el Puebla, Brian Lozano, el número diez en el Santos Laguna, publicó un extraño mensaje en su cuenta personal de twitter: "Sinceramente nunca pensé llegar a este punto, pero estoy perdiendo la pasión por algo que tanto amo y me dio! El fútbol!!!". Comentarios de todo tipo se sucedieron. A través de la cuenta oficial del equipo, el Club respondió: "Dale, Huevo! ¡Juntos vamos a levantar! Aquí no estás solo, somos familia." Con lo que he leído acerca del burnout en el ámbito profesional, el jugador requería precisamente una respuesta empática como esa publicada por su organización.

Decía que el mensaje de Lozano fue extraño no por injustificable, sino precisamente porque han sido pocos los futbolistas y deportistas de élite que se han atrevido a reconocer públicamente una situación personal de ese tipo. Es más fácil ir por la vida editando sentimientos en redes sociales para evitar mostrar la fragilidad de lo humano. Y es comprensible puesto que, socialmente, ha ganado la narrativa del éxito-felicidad-triunfo-salud a la de sus contrarios como lo digno de ser comentado, publicado y difundido. En ese sentido podríamos decir que en la época actual el filtro es la herramienta privilegiada para socializar. En el ámbito de las redes sociales, sin filtro no hay paraíso.

Pero la vida fuera de la pantalla y los dispositivos suele ser menos estridente y mucho más estresante; menos colorida y más descolorida; menos digital y más sensible; menos ideal y más realista. Para hacer un símil con el mundo de lo digital, la vida cotidiana tiene menos likes y shares y más, muchos más, comentarios. Y es que la vida para las personas es, radicalmente, humana. Tampoco significa eso ausencia de belleza y alegría, por el contrario, significa una condición de múltiples posibilidades, incluyendo esas dos.

Más allá del caso personal - no tengo el gusto de tratar a Brian-, me parece que la circunstancia bien vale una reflexión acerca del burnout profesional y en los deportes de alto rendimiento, y más cuando aún atravesamos el fatigoso territorio de la pandemia. Ante ella, uno de los temas que emergieron como relevantes en las organizaciones fue la salud mental del personal. Tal vez haya sido muy duro y sea pesado recordar, pero apenas hace unos meses nos encontrábamos en confinamiento. Muchas actividades debieron realizarse desde las casas, incluida la educación de millones de jóvenes y menores en educación básica. Al cabo de un tiempo, la situación generó cansancio, violencia, estrés. Todo eso motivó, decía, a que en las organizaciones se reflexionara acerca de la importancia de la salud mental, una cuestión tradicionalmente relegada al ámbito de la intimidad. La pandemia evidenció lo que tanto ha costado reconocer: los factores sociales impactan a la salud de las personas, no se trata solo de "temas personales".

La literatura especializada señala que el burnout profesional y en los deportes profesionales está mucho más extendido de lo que públicamente se reconoce. Contextos de estrés y desmotivación en el ámbito laboral adolecen aún de prácticas generalizadas para detectar, intervenir y gestionar estas situaciones. Esa ausencia de conocimiento favorece la invisibilidad del fenómeno hasta que situaciones extremas (quizá haya escuchado hablar de que alguien en el trabajo "se quebró") lo hacen evidente, como ahora lo hizo el mensaje de Lozano. Afortunadamente, el deporte está lleno de historias de resiliencia, aunque ahora mismo no recuerdo ninguna en la que la persona se haya levantado sola sin el acompañamiento de alguien más de su familia o de su equipo o su comunidad o sus fans. Generalmente las historias de resiliencia son historias de dos o más donde hay empatía, medios, paciencia y coraje para volver a la pasión original.

Es sintomático de nuestro entorno en La Laguna la cantidad de comentarios negativos que propició el mensaje mencionado. La honestidad del mensaje propició que la muchedumbre que prefiere el filtro y la negación se revelara en su fragilidad histórica y socialmente no asumida. Ojalá que, para Lozano, lo que sea que venga, sea lo mejor para él.

@EdgarSalinasU

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Escrito en: editorial Edgar Salinas Uribe editoriales

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