Guste o no, si las elecciones para las gubernaturas de Coahuila y el Estado de México fueran hoy, en ambas entidades ganaría Morena. Son los datos duros de las encuestas, al menos las más confiables. En ambas entidades Morena capta poco más del 48 por ciento de la intención del voto. Mientras que en el Estado de México, la alianza PRI- PAN - PRD, le pega al 38 por ciento; en Coahuila la alianza cuenta con un 40 por ciento de la intención de voto. Eso a menos de un año de la elección y con más de un 15 por ciento de los encuestados indecisos.
A la fecha, lo insólito es que algunos partidos de la oposición sigan sosteniendo que los resultados se deben a la ola de Morena que aún arrecia contra la costa electoral. En pocas palabras, parecen omitir la reflexión que les haga ver que, al menos los partidos con más representación PRI y PAN, atraviesan la peor crisis de los últimos años, y en parte se debe a las débiles, desgastadas y poco confiables dirigencias nacionales, que en los procesos electorales, lejos de ayudar, estorban.
¿Fue estrategia de Morena que el PRI dejará en manos de Alejandro Moreno "Alito" la responsabilidad de construir una visión de partido previo a dos procesos electorales fundamentales para el futuro del tricolor? O piensan sostener al dirigente bajo el argumento de que los audios donde se exhibe una clara formula de lavado de dinero fueron realizados de manera ilegal, otra vez queriendo matar al mensajero, como si el contenido de estos independientemente a la procedencia no ameritarán una investigación del INE y la Fiscalía General de la República.
Que "Alito" cobijara el capricho del diputado federal Rubén Moreira para sostener como candidata en el estado de Hidalgo a su esposa Carolina Viggiano, y se enfrentarán con el gobernador Omar Fayad y su candidato, por mucho, mejor posicionado que la candidata que perdió 3 a 1 en las pasadas elecciones ¿también es culpa de Morena? O la división interna del PRI Coahuila que tiene al diputado federal Jericó Abramo y al alcalde de Torreón Román Alberto Cepeda haciendo campaña para la gubernatura, mientras atizan el fuego interno contra el Secretario de Desarrollo Social Manolo Jiménez.
Del otro lado de la acera, el presidente nacional del PAN Marko Cortés, visitó Coahuila para encabezar personalmente la negociación de una futura alianza para el 2023. Aunque, pequeño detalle, se le olvido que en las elecciones locales los encargados de esas decisiones son los comités estatales, y ante la resistencia de un gran sector del Acción Nacional Coahuila a una alianza, no le quedó más remedio que invitar a una consulta interna para que sean los militantes quienes tengan la última palabra.
A Marko Cortés no parece haberle quedado clara la lección de que si quiere buenos resultados lo mejor es alejarse. Como sucedió el pasado 5 de junio en Aguascalientes, donde prácticamente toda la operación política, los términos de la alianza y la propia elección que llevó a la panista Tere Jiménez a ganar la gubernatura de esa entidad, fue realizada por los panistas del estado. Y que poco le aportó la alianza a la gobernadora electa, que en términos prácticos ganó por si sola y su propio peso.
Los discursos trasnochados y vacíos, la falta de ideología que los llevó a aliarse entre si, los insufribles comerciales que de la televisión, que ya casi nadie ve, trasladaron a las plataformas digitales, y sobre todo la necedad de sostener personajes que hacen clara referencia a la razón por las que el electorado dejó de creer en los partidos tradicionales, son problema de esos partidos, no de Morena. En todo caso no pueden culpar a un tercero por lo que dejaron de hacer.
2023 será apenas la obertura de lo que sucederá en 2024, y digan lo que digan, el camino para Morena está libre, y en gran medida eso se debe a una oposición que no es oposición, y unos partidos que ya no más son el cascaron de los institutos que una vez mantuvieron el poder, y que cuando lo ejercían, lejos de mantener contacto y atender a sus bases, se dedicaron a trabajar por los intereses de las privilegiadas cúpulas.
Sostener que en el norte Morena no gana, es desconocer que Baja California, Sonora y Tamaulipas, también están en el norte y son de ese movimiento. Que un gobernador bien evaluado es garantía de continuidad de su partido, también es desconocer que Omar Fayad de Hidalgo, por años fue el gobernador priísta mejor evaluado del país, y su entidad ahora la gobernará Morena, claro, gracias a la dirigencia nacional de su partido.
En las últimas elecciones en Coahuila, para escoger congreso local y alcaldes, se apeló al voto anti-morena para obtener buenos resultados, y funcionó. El problema es que según los últimos sondeos el voto anti-PRI también creció; mientras que el PAN, al menos en Coahuila, cayó a un tercer lugar del cual no puede recuperarse, al menos para el 2023. Queda claro que lo más fácil para los partidos de la alianza que no hicieron su trabajo en los últimos años, es culpar a Morena.