Antes de la llegada de los españoles, los malos eran los aztecas; o sea que; son una de tantas etnias que vivían en Mesoamérica, de las últimas en llegar y que se llegaron a convertir en un gran imperio que tenía sojuzgados a todos los demás. Enemigos acérrimos de los tarascos, a quienes no pudieron vencer, y de los tlaxcaltecas entre todas las demás culturas que los rodeaban.
Según esto, Tenoch es el guía que los lleva a establecerse a lo que sería Tenochtitlán; su primer tlatoani, o rey, emperador; como quieran llamarle, fue Acamapichtli. Viene de otra tribu; más es el fundador de la familia que los habrá de gobernar.
Cuando llegan al lago de Texcoco, es Azcapotzalco quien gobierna. Es un reino Tepenaca gobernado por Tezozómoc. Se convierten en súbditos de ellos, y pronto, los aztecas se dan a conocer por su ferocidad. Al rey anterior lo van a seguir Huitzilihuitl y Chimalpopoca. Esta es la primera triada de reyes que viven supeditados.
Junto con ellos, hay otros pueblos que también entran en los conflictos que les van a dar el poder a los aztecas. El principal es Texcoco, cuyos gobernantes son perseguidos por los tepenacas. Netzahualcóyotl va a hacer alianza con los aztecas y con Tacuba formando lo que se ha dado en conocer como la triple alianza y con el tiempo vencerán a Azcapotzalco. Para ello son importante los siguientes dos gobernantes aztecas: Itzcóatl y Moctezuma Ilhuicamina. Detrás de ellos se encuentra su tío Tlacaélel, que era una especie de sacerdote, quien les da la filosofía imperialista que será el principio motor de sus conquistas.
Una vez que derrotan a Azcapotzalco, comienzan su propia carrera imperialista. Con Axayácatl sufrirán una derrota frente a los Tarascos que les marca la frontera hacia el norte. Posteriormente, Tizoc y Ahuizotl continuarán con las conquistas imperiales. Del segundo es de quien se dice que sacrificó a más de 20 mil hombres en la inauguración de uno de sus templos.
Aquí debemos mencionar a la ciudad gemela de Tenochtitlán; Tlatelolco, cuyo mercado pasmó a los españoles y hay muchas descripciones de él. En un momento dado las dos ciudades se enfrentan y los Tenochas son los vencedores. Será el último refugio de Cuauhtémoc antes de ser apresado por Cortés.
Los reyes trágicos son: Moctezuma Xocoyotzin, Cuitláhuac y Cuauhtémoc.
El pináculo del imperio es con Moctezuma quien ya se consideraba un ser divino quien ni siquiera podía ser visto de frente por sus súbditos.
Para comprender la evolución de los aztecas, hay que recordar su mitología. Partimos de la leyenda del quinto sol y del nacimiento de Huitzilopochtli, su principal dios. Hijo de una virgen, se tiene que enfrentar a su hermana y cuatrocientos hermanos, símbolos de la luna y las estrellas, nada más al nacer, a quienes vence. Es un dios solar que tiene la necesidad de alimentarse con corazones humanos. En el templo mayor, ocupa la parte sur, mientras que la norte es ocupada por Tlaloc el dios de la lluvia.
Otro dato importante, con el fin de comprender el imperio. Son pueblos de comerciantes. Después de las conquistas, estos personajes se adueñaban de las rutas para extender su comercio. Cuando encontraban dificultades con alguno de ellos, recurrían a los ejércitos con el fin de volverlos a someter, y aceptaran las reglas.
Cuando el territorio se extendió demasiado, algunos pueblos que estaban cerca, no los sometían del todo, sino que los utilizaban para realizar las guerras floridas y de esta forma poder obtener víctimas para sus sacrificios. Fue el caso de Tlaxcala. Esta es una de las tantas razones que explican la razón de que Cortés no haya batallado para encontrar aliados en su gesta de conquista. Todos odiaban a los Aztecas.
Como siempre, nos cuentan la historia al revés. Los héroes son los vencidos y los malos los vencedores. Por todos lados se erigen estatuas a Cuauhtémoc, pero aún no conozco una de Itzcóatl, y mucho menos de Tlacaélel.
Falta mucha historia por contar; la de los Tarascos, la de los mixtecos: las aventuras de ocho conejo; la de los pueblos mayas; la de palenque y su gobernante Pakal, la reina roja.
¿Quién nos las puede contar?
