Concluido el paro patronal en MLB que durante 99 días mantuvo al beisbol literalmente en vilo, queda ahora preguntarnos qué va a pasar con el deporte rey. Lo visible del conflicto tenía todas las apariencias de ser única o meramente algo económico y de corto plazo. Pero no, hasta donde se alcanza a advertir se trata de algo de mayor calado, de más fondo, aunque finalmente no faltará quien diga que todo se mide en dinero.Probablemente en lo que corresponde al ámbito profesional de este deporte así es -como arriba se dice-- en muy buena medida; pero no, ni remotamente, por lo que hace al gran mundo del beisbol aficionado. Que entre paréntesis es, me refiero a la pelota amateur, mucho más practicada alrededor del planeta de lo que comúnmente se cree.
El beisbol profesional enfrenta una dura competencia con dos-tres deportes en Norteamérica. El juego de pelota (como se conoce al beisbol) tiene en sí algunas ventajas que de pronto se convierten en desventajas. Menciono dos:
Su práctica profesional lo hace cada vez más lento. El concepto de "lentitud" tiene aquí doble significado. Lentitud en el sentido de que sus lances no son de un ir y venir constante, de aquí para allá corriendo sus jugadores como desaforados todo el tiempo, sino que las acciones en el beisbol tienen sus tiempos. Pero cuando se realizan se hacen de manera centellante. Y para esto quienes lo practican han de estar físicamente preparados.
Por esta característica del deporte rey, muchos consideran que jugarlo debe ser cosa sencilla. Cuestión de estar ahí en pie en su posición esperando que les llegue la pelota. Para enfatizar que no es así, pongo quizá un ejemplo extremo: un tremendo roletazo que a 110-120 millas va -hasta eso-- directamente a quien cubre la tercera colchoneta, distante apenas alrededor de 90-95 pies de donde sale tronante el misil. Para su captura el jugador requiere agudeza visual, oídos muy finos (en particular a los jardineros el sonido del batazo les indica más o menos por dónde va la pelota, para ellos ubicarse), reflejos, destreza con el guante, gran concentración mental (estar en la jugada), coordinación de movimientos, elasticidad y, de ser posible, hasta elegancia para realizar el lance. Todo ello en el lapso de 2 a 4 segundos.
A otros el juego de pelota les parece lento porque no van al parque a presenciar el beisbol de manera integral, como debe ser. Con observar las acciones como mero espectáculo es para ellos suficiente. Pero no caen en la cuenta de que este deporte, para verdaderamente disfrutarlo, exige que se piense cuál debe ser la siguiente jugada a realizar y tratar de entender si es, o no, la que el manager está ordenando; asimismo si el equipo contrario, a la defensiva, está o no previendo lo que el adversario trata de llevar a cabo.
Hasta hace quizá unas cuatro décadas, numerosos aficionados de acuerdo a lo anterior, para "estar en la jugada" acostumbraban acompañarse de su tabla y una hoja de box score, para llevar el desarrollo del encuentro. En casi una década no recuerdo haber visto en el Revolución un solo asistente que lleve el box score.
A quienes solo van a ver batazos y se desentienden de lo arriba dicho, en efecto el juego les debe parecer de una lentitud desesperante. A esto agréguese que como en el beisbol no puede haber empates y los juegos se deben extender hasta que alguno de los dos equipos obtenga el triunfo, lo que antes -según se decía- era "el sueño dorado de todo buen aficionado" ¡los extra innings!; algunos cronistas decían "beisbol gratis…y emocionante", ahora les debe parecer una tortura adicional.
De manera intermitente seguiremos con el tema. No la próxima semana, en que se abordará otro diferente.