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No hagas cosas buenas

Feliz semana

ENRIQUE IRAZOQUI

Quizá fue por el horror y barbarie que el mundo está presenciando con la invasión rusa a Ucrania que el tema no tuvo la efervescencia que había tenido los anteriores a la pandemia.

El pasado 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, como ya está establecido en el calendario.

Por fortuna, cada vez más la sociedad toda rechaza, señala, acusa y en contadas ocasiones castiga todas esas conductas retrógradas y, sobre todo, abusivas -y en determinados casos cobardes y criminales- del machismo, procurado generalmente por varones, pero en ciertas circunstancias adoptadas incluso por algunas mujeres que se ven colocadas en situación de resolver asuntos de cualquier índole.

Es claro que falta mucho tramo por recorrer. En el mundo, particularmente en el terreno de los países tercermundistas, los árabes, incluso en excepciones, como Japón, el avance para la equidad de género está a años luz. Desafortunadamente, poco se puede hacer más allá de nuestras fronteras, más que quizá, apoyados en la tecnología, protestar y difundir información que pudiese servir para ayudar en otras latitudes a combatir este lastre de la humanidad como lo es el machismo.

Sin embargo, aquel, o peor, aun aquella o aquellas que quieran plantear el problema de abusos sistematizados de los varones sobre las féminas cometen un craso error que lo único que genera es una polarización que nada aporta para realmente solucionar el problema.

Aquellas mujeres que piensan que por el hecho de pertenecer a ese género, que ciertamente es el abusado, tienen el derecho de violentar el orden público o privado sin regulación alguna o, incluso, creyendo tener licencia para destruir vandálicamente inmuebles públicos o privados, nada más porque esgrimen que es la única vía para hacer escuchar su voz, están por supuesto equivocadas.

La Ciudad de México, epicentro de la vida política, económica y cultural del país, por su propia naturaleza, es quizá el sitio más progresista en el territorio nacional; su legislación en temas controversiales como el aborto, matrimonios homosexuales y el respeto a las libertades personales dan cuenta de ello. Han sido el sitio donde las manifestaciones de las mujeres exigiendo sus naturales derechos han tenido mayor impacto. El número de habitantes de la capital y su densidad demográfica también contribuyen a lo masivo de sus marchas.

Así entonces es en el Zócalo capitalino y sus alrededores donde las últimas manifestaciones habían tenido sus expresiones más violentas. Las autoridades de la Ciudad y de la propia Federación cuentan con cuerpos de granaderos formados particularmente por mujeres que son destacamentadas precisamente para contener las marchas que han solido en algunas ocasiones o en grupos específicos tornarse francamente agresivas y violentas.

Es cuando, como en otras muchas circunstancias, se producen incongruencias: mujeres que dicen marchar para exigir que no se agreda más a su género, pero que son capaces de lanzarles petardos, piedras, bombas molotov, dar de palos o cadenas y arrojarles toda clase de líquidos con el propósito de lastimarlas. En años anteriores fue posible ver mujeres agrediendo mujeres porque no se les permite cometer actos de vandalismo so pretexto de protestar porque la sociedad violenta de varias formas a las mujeres. Menuda ironía.

El problema es claramente controversial, pero es irrefutable que existe y que por desgracia hoy pisa muy fuerte. Qué bueno que la marcha de este año en CDMX transcurrió con mayor civilidad, pero eso no debe ser motivo para dejar de luchar por la igualdad de género y protección a la integridad de las mujeres en su cuerpo y en su libertad.

Es menester para este tema llamar las cosas por su nombre; cuando hay un abuso hay que condenarlo y hacerlo punible, pero sin perder la presunción de inocencia a la que cada persona tiene derecho.

Feliz semana de la mujer, hay que hacer votos para que no sea tema solo de unos días, sino que sea tema en primer nivel de la agenda pública. El abuso hacia las mujeres, el machismo y el racismo en general son resabios que nos denigran como humanidad y, en nuestro caso, como mexicanos.

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Escrito en: editorial Enrique Irazoqui editoriales

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