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Historia en tiempo presente

JOSÉ EDGAR SALINAS URIBE

De niño me gustaba mucho la historia, o aquello bajo ese nombre que en la escuela nos enseñaban y cuyo contenido temático era variopinto, pero todo con la misma cualidad de haber ocurrido hacía años. De manera que mi acercamiento a la historia generó la percepción de que ella trataba solo de hechos del pasado. Como si no fuera suficiente ese reduccionismo, la mayoría de las páginas revisadas en el salón de clase estaban ocupadas por relatos en torno a guerras, como, para el caso mexicano, la de conquista, independencia, la invasión por parte de Estados Unidos, la francesa y la guerra de reforma y, dese luego, la revolución. Bélica manera de adentrar a un niño a lo relevante del pasado. De manera que, en otras palabras, la historia era, principalmente, un recuento de guerras en el pasado. Paralelamente, y como elementos para fijar ciertas épocas, el reduccionismo incluyó la selección de una baraja de prohombres (literalmente, pues salvo dos o tres mujeres, toda la historia parecía haber sido la sucesión de guerras y caudillos masculinos). Probablemente el elemento más amable de esa enseñanza era la justificación otorgada a ciertos días para ser considerados de asueto y eso, en el mundo de un chiquillo, es un premio tan grande como el mayor.

En la educación media hubo cierta insistencia en eso conocido como historia de bronce, es decir, aquella en la que el pasado es la circunstancia donde nacen, crecen y dan notable ejemplo de triunfo un puñado de hombres. Con el paso de los años, me acerqué a muy diversas lecturas de la estantería clasificada como "historia" y con ello a una perspectiva mucho más amplia del contenido de esa disciplina. En los estudios universitarios se agregó a la noción de historia el calificativo y etapa de contemporánea, es decir, aquella parte que se encargaba de estudiar sucesos tan recientes que hasta podían leerse en periódicos y revistas capítulos del tema a estudiar.

Todo lo anterior y amueblado el pensamiento con perspectivas filosóficas de la historia cada vez fue más claro para mí que la historia es caricatura si la consideramos solamente como una disciplina enfocada a contarnos las guerras, caudillos y triunfadores del pasado. Pero que también es reducida cuando nos entrega narrativas que justifican estatuas, homenajes y días de asueto aquí y allá como suele hacer una porción de lo que es mejor nombrar historiografía.

Tengo para mí que quien se precia de conocimientos de historia es, ante todo, un excepcional hermeneuta del presente. No me refiero al analista sino al que tiene elementos y perspectiva para la interpretación y eso solo es posible con una visión amplia del tiempo y un conocimiento profundo del ser humano en tanto animal social. Las herramientas actuales nos facilitan el acceso a documentos, hemerotecas, bibliotecas, revistas, diarios, etcétera, en tal magnitud y diversidad que nunca había sido tan sencillo tener acceso a información y bibliografía otrora disponible solo para especialistas de centros universitarios. Lo paradójico es que esta facilidad se ha vuelto hasta cierto punto en nuestra contra, pues eso ha permitido también el crecimiento de la cizaña y lo falso con apariencia de veracidad. De manera que el conocimiento de calidad es un camino minado por lo fake, la infodemia, lo falso con apariencia de verdadero.

La infodemia dificulta la comprensión del presente y una escasa formación hermenéutica elimina la posibilidad de perspectiva a la hora de interpretar acontecimientos. Estos dos elementos ayudan a explicar lo que en mi opinión es un padecimiento cultural de consecuencias lamentables, pues como sociedad no se sabe qué está ocurriendo y, por tanto, no se aquilata el alcance que puede tener una situación. Y aquí vuelvo a la historia reduccionista que a toro pasado designa quiénes son los buenos y los malos de la película, pero es incapaz de discernir ello en los actores presentes. Así, por ejemplo, ¿Somos conscientes dónde se encuentran amenazadas las libertades? ¿Dónde se cultivan afanes autoritarios? ¿Dónde había intenciones dictatoriales bélicas? ¿Qué similitudes hay con acontecimientos de otras épocas y qué consecuencias tuvieron aquellos? ¿Dónde hay un llamado moral a asumir posiciones?

@EdgarSalinasU

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Escrito en: editorial Edgar Salinas Uribe editoriales

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