LOS JESUITAS, EN TODO, AMAR Y SERVIR
La Compañía de Jesús (1540), esa que Ignacio de Loyola basó en la espiritualidad, que tiene como fuente los Ejercicios Espirituales y que ha quedado registrado su liderazgo en distintos momentos de la historia mundial y que dan cuenta del singular "modo de proceder" de los jesuitas. Loyola reunió a su alrededor a un grupo de hombres dinámicos y bien educados que no deseaban más que ayudar a otros a encontrar a Dios en sus vidas, una Compañía universal de acompañamiento al modo de Jesús, donde desde distintas trincheras se busca formar personas con un sello de las "4 C´s de la calidad jesuita: "competentes, conscientes, compasivos y comprometidos" con la justicia en el servicio a la sociedad.
Desde su llegada a la Nueva España, como lo sostiene el doctor Alfonso Alfaro, contribuyeron a construir el territorio nacional, desde el principio de su proyecto evangelizador fueron conscientes de que se requería su aporte, y se avocaron a la civilización y evangelización pacífica del país. Muchos de estos heroicos misioneros fueron también pioneros en astronomía, cartografía, lingüística, botánica y etnografía. Eso no ha cambiado en nuestra época, en el México moderno, donde los jesuitas son pioneros en muchos campos del conocimiento, en el acompañamiento a grupos vulnerables, entre otros.
A través de los "criterios ignacianos para la eficacia" dan la pauta al discernimiento para la toma de decisiones y a dar preferencia a los lugares donde deciden establecerse y hacer misión: 1.- Donde la trascendencia del objetivo sea mayor; 2.- A la calidad sobre la cantidad; 3.- Donde haya más necesidad; 4.- Donde el problema sea más urgente; 5.- Donde otros no pudieran o no quisieran aportar; 6.- Ahí donde probablemente se tendrá más éxito; 7.- Donde el éxito sea más duradero; 8.- Ahí donde podamos disponer de las personas más idóneas y más comprometidas; y 9.-Donde sea más viable por los recursos disponibles.
Mi experiencia con los jesuitas es hablar de toda mi vida, soy su exalumno desde la preprimaria y he tenido tres tipos de experiencia entre y con jesuitas: como parte de mi formación integral (mi vida estudiantil), como voluntario en una obra social (con refugiados de guerra) y más recientemente colaboro en una obra educativa; por ello, estoy convencido del modelo al estilo ignaciano y considero que su "espiritualidad" es la fortaleza más grande, el ambiente de libertad que imprimen en sus instituciones permite crear un clima de confianza y apertura, que propicia el aprendizaje de los que hemos acudido a sus obras. Los jesuitas han sido inspiración de muchas otras órdenes religiosas en el mundo que, como muchos laicos, han sabido apreciar el legado de Ignacio, y pretenden llevarlo a la vida diaria comprometidos desde su vocación. Los aciertos y virtudes de los jesuitas son muchos y de mayor peso que las debilidades. La espiritualidad ignaciana se sostiene en un Dios que habita y trabaja en todas las criaturas y en todo lo que nos acontece. Nos impulsa a vivir desde un profundo sentimiento de agradecimiento por todos los dones recibidos, nos hace conscientes de nuestras debilidades y nos aporta claves que transforman nuestras relaciones convirtiéndonos en personas que enfocan su vida hacia los demás.
Los jesuitas en sus obras ponen en práctica al menos estas cuatro características: el conocimiento de sí mismo, la creatividad, la pasión y la búsqueda de la excelencia. El primero consiste en entender las propias fortalezas, debilidades, valores y cosmovisión. El ingenio o creatividad debe permitirte adaptarte a un mundo cambiante. De igual forma, todos debemos trabajar con pasión, liderar con modestia, trabajar por motivos distintos al dinero o la posición y tener la habilidad de comprometer a otros con una actitud positiva que permita liberar su potencial. Por último, hay que vigorizarse y vigorizar a los demás con una pasión por la excelencia, y tener la pericia en el manejo de relaciones y la creación de redes de comunicación.
Todo esto y más son y hacen los jesuitas, y su aporte a la humanidad en más de 500 años ha sido significativo y, sobre todo, fructífero, por eso confío en que de la mano de la Compañía de Jesús se logrará reconciliar el país y la paz será recobrada en todos sus rincones. AMDG.