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Independencia

YAMIL DARWICH

De nuevo regresa al pensamiento, como cada año, la Independencia de México -16 de septiembre de 1810- y con ello los cuestionamientos sobre sus causas. ¿Qué opina?

Desde 1521, a la fecha, no logramos acuerdos sobre lo que significó para el mundo el descubrimiento de América; los "hubiera sido" no existen y sería poco serio detenernos en ellos, -quizá divertido- pero para nosotros, mexicanos, descendientes de aquellas mezcla genética -indígena y europea- representó el nacimiento como etnia. Inútil discutir.

La Nueva España, fue así nombrada por Cristóbal Colón, el 11 de mayo de 1499, apelativo aceptado por España y fue muy conveniente, le representó ingresos extraordinarios en sus arcas vacías por las guerras contra Francia y luego Inglaterra, que favorecieron su decadencia.

El vasto territorio mexicano, incluía: al norte California, Arizona, Nuevo México, Texas, Luisiana y Florida; al sur: Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Puerto Rico. Salvo el último país, todos vivimos pobreza marcada.

Luego, definitivamente influiría en nuestra historia Hernán Cortés; él, sin ser gran navegante o guerrero, supo encontrar personas idóneas para alcanzar sus objetivos, casos de Martín Alonso Pinzón y Vicente Yáñez, excelentes marineros; o Marina -Malintzin- apoyándolo con su don de lenguas para comunicarse con los aborígenes. También mostró gran habilidad política al convencer a los tlaxcaltecas para que se le sumaran contra el Imperio Azteca.

Démonos cuenta de la injusta realidad histórica envuelta en la politiquería que siempre ha imperado en el mundo: Colón, murió pobre y enfermo en 1506, a pesar de ser el gran descubridor -en realidad ya anteriormente habían pisado América Magallanes, Elcano y según parece indicar la investigación histórica los Vikingos y quizá los Fenicios-.

Por su parte, Hernán Cortés, llevado encadenado a España -luego fue exculpado- terminó sus días en 1547, en Castilleja de Cuesta, Andalucía, pobre y sin el debido reconocimiento.

Aparecerían 63 virreyes a lo largo de casi 300 años de dominio español; todos -unos más, otros menos- abusadores con el poder conferido, corruptos y generadores de desigualdad.

Un dato: En 1540, el 362 (30%) de los 1,200 residentes descendientes de españoles, tenían encomiendas y solo 18 encomenderos monopolizaban las más productivas, con rentas mayores a los 3,000 pesos oro anuales; 53 con beneficios de 1,800 pesos. Los demás, la mayoría, obtenían escasos ingresos: de 150 a 200 pesos. Abuso de poder.

La Independencia de México, se da por las grandes diferencias entre los pocos ricos y algunos descendientes de españoles y los muchísimos pobres -criollos, mestizos e indígenas-. Una de las primeras asonadas fue encabezada por Martín Cortés, hijo del conquistador, quien no recibía lo que a su parecer era propio de su fortuna.

Vendrán otras revueltas, sofocadas por el ejército español, hasta que aparece Miguel Hidalgo, sacerdote rebelde, quien se acompaña de Allende para encabezar la primera parte de la Independencia.

El 16 de septiembre de 1810, en Dolores Hidalgo, el cura Miguel Hidalgo y Costilla, llama a las armas iniciándose la guerra civil mexicana.

El personaje es sobresaliente por su desempeño humano: trabajador y defensor de los pobres, particularmente indígenas, de quienes aprendió sus lenguas para comunicarse mejor; crítico permanente del abuso de los líderes religiosos y políticos, causa de su descenso en la apreciación eclesiástica, a pesar de su vasta preparación académica que le llevó hasta la rectoría del seminario de Michoacán.

Su gusto por la música -virtuoso violinista-, la literatura y la organización de saraos vespertinos con damas de la alta sociedad, fue la excusa perfecta para provocar su caída, hasta ser enviado a la pequeña parroquia de Dolores Hidalgo, desde donde lanzó su famoso grito, del que nos han cortado el remate: "¡Viva Fernando VII!", lo que evidencia su interés por la justicia social, más que independizarnos de la corona española.

La Independencia vive cuatro etapas: la declaratoria, la guerra, muerte de los caudillos y el triunfo independentista, que se corona con la entrada triunfal del Ejército Trigarante a la cd. de México, encabezado por Agustín de Iturbide, acompañado por Vicente Guerrero, el 16 de septiembre de 1810.

¿Por qué festejamos el inicio y no el final -27 septiembre 1821- de la lucha armada?: por politiquerías que pretenden confundirnos.

Luego vendrían las diferencias políticas entre conservadores y liberales; luchas de poder entre partidos, iglesia y estado; cruel discriminación y abuso contra los pobres, con marcadas diferencias en la calidad de vidas; pérdida de nuestro territorio -del norte y al sur-; la eterna pelea del "quítate tú para ponerme yo", que tanto nos ha dañado… lo mismo que ahora, solamente recubierto con recuerdos dolorosos y muchas inexactitudes, hasta mentiras, con las que revisten a nuestros héroes fundadores, haciéndolos parecer semidioses imposible de igualar, por lo tanto poco motivadores para la superación y motivación a trabajar unidos por México.

Festejemos, pero preguntémonos: ¿qué nos pasa?

ydarwich@ual.mx

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