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Intervención militar rusa: pensar lo que viene

MAURICIO MESCHOULAM

Cuando uno tiene esta profesión que implica no solo conocer o teorizar acerca de las relaciones internacionales, el conflicto violento y la paz, sino intentar interpretar los eventos a diario, intentar hallar el sentido de lo que ocurre con cada discurso, con cada movimiento, y buscar ofrecer algunos elementos que acaso aporten algo a la discusión acerca del mundo en que vivimos, se hace necesario partir de la humildad que supone el océano que existe entre lo mucho que no sabemos y lo muy poco que sí sabemos. Somos seres mucho más complejos de lo que a veces suponemos. Asumir que siempre existen planes estructurados y lineares implica frecuentemente omitir que somos seres sociales y que nuestras interacciones continuamente moldean nuestra forma de pensar y nuestra toma de decisiones. Así, tratar de comprender la racionalidad de Putin no únicamente en el momento en que decide ordenar una intervención militar sobre Ucrania, sino desde hace semanas y años, cae en ese rubro.

Desde esta perspectiva, ya desde noviembre, se sabía que existían planes para una invasión rusa a Ucrania, pero Putin no había tomado la decisión de llevarla a cabo... la racionalidad que parecía asomarse era que, si el presidente ruso conseguía sus metas mayores, una intervención de gran escala no sería necesaria. Sintetizando, se trataba de tres metas centrales: (1) asegurar que Ucrania no formaría nunca parte de la OTAN, (2) garantizar que esa alianza no incorporaría a más países del espacio post soviético, y (3) replegar toda actividad militar de la OTAN, incluido el armamento, de los países miembros cercanos a Rusia. Puede haber sucedido que la intervención a gran escala siempre estuvo en la mente de Putin como la alternativa privilegiada. O bien, también puede ser que sus decisiones han sido el producto de cómo se vinieron dando las cosas en estas semanas.

¿Entonces, qué ocurre y qué sigue?

Extraigamos algunos temas clave del discurso en el que Putin anunció la "operación militar especial": (a) la desmilitarización de Ucrania, (b) la "desnazificación" de Ucrania, y (c) las amenazas a países terceros.

Si esos puntos revelan las intenciones de Putin, debemos asumir que el objetivo de esta operación incluye tomar posesión de la infraestructura militar de Ucrania, eliminar al actual gobierno en Kiev (un gobierno "neonazi" en ese discurso), y establecer un gobierno afín a Moscú. Se advierte también a "otros" de no intervenir pues las consecuencias de hacerlo serían catastróficas.

Hay ya análisis que indican que las metas de Putin están limitadas solo a Ucrania. Hay en cambio, ensayos completos que señalan que Ucrania será su primer paso y que en realidad Rusia irá por más. Por ahora, podemos decir esto:

1. Si Rusia consigue los objetivos de su intervención militar, habrá garantizado por lo pronto que Ucrania no forme parte de la OTAN. Con ello, habrá logado una de sus metas mayores.

2. Pero como este tema no es solo acerca de Ucrania, podemos asumir que esto no termina con un gobierno afín en Kiev.

3. Con la operación militar en Ucrania, Putin habrá enviado un enorme mensaje de fuerza a la OTAN, exhibiendo que no va a titubear en su determinación para conseguir sus intereses vitales.

4. Del otro lado está Occidente, implementando una muy compleja batería de sanciones. EUA y la OTAN posiblemente responderán en lo inmediato no con menos, sino con más despliegues militares y equipo, en los países que Putin señala.

5. Esto, presenta una situación de enfrentamiento que podría producir un cierto equilibrio. Con ello, es poco probable que el Kremlin decida amenazar a países miembros de la OTAN. Mientras, cada parte seguirá presionando al rival, y acaso en cierto punto, se retornará a alguna forma de negociación, bajo una realidad diferente.

6. La gran pregunta es hasta dónde puede llegar este equilibrio de terror sin mayores consecuencias, más allá de las que ya lamentablemente estamos viendo. No hay respuestas claras. Será indispensable considerar que Rusia ya desde hace tiempo carece de la infraestructura económica que, en teoría, le permitiría financiar en el largo plazo, si acaso las tuviera, sus aspiraciones de superpotencia al estilo Guerra Fría.

No queda sino seguir observando, planteando las muchas preguntas y continuar en el esfuerzo cotidiano de aventurar hipótesis.

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Escrito en: Editorial Mauricio Meschoulam editoriales

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