Joan Laporta aprovecha la presentación de Christensen para anunciar un prometedor cambio de rumbo económico
El ahogo económico empieza a dejar paso a la distensión en las oficinas del Fútbol Club Barcelona. Los gestos han cambiado, la sonrisa pública vuelve a estar instalada en el rostro de Joan Laporta. El presidente ha dejado ver esta semana su lado más carismático en las presentaciones del mediocampista marfileño Kessié y del defensa danés Andreas Christensen. El dinero es un estado de ánimo, y los 207 millones de euros que el equipo acaba de ingresar por la venta del diez por ciento de sus derechos televisivos al fondo de inversión Sixth Street permitirán cerrar la temporada con beneficios. Desde ahí es siempre más sencillo entender el retorno del Laporta afectuoso, dicharachero y persuasivo que los aficionados encontraron en la puesta de largo de los primeros fichajes.
Con los números aparentemente a favor, el Barça alcanza otra vez la credibilidad institucional que abandonó durante el reinado de Bartomeu; no se trata meramente de una cuestión económica, sino de la habilidad gestora que hay detrás y que la directiva blaugrana está demostrando poner en marcha hacia la recuperación de un club que hasta hace unos meses sólo era una triste sombra de sí mismo. Según expresan desde la presidencia, el Barcelona sigue despertando ilusión entre futbolistas de primerísimo nivel, un estado de gracia que sin duda puede ayudar mucho a que la plantilla salga reforzada en este mercado veraniego. El objetivo de cara a la próxima temporada pasa por invertir unos doscientos millones de euros en fichajes, pero para ello antes habrá que sumar otros trescientos kilos por la venta de un quince por ciento más de derechos de televisión en los próximos días. Las sensaciones en torno a este asunto son optimistas; la mayoría de los bonos en apuestas están siendo empleados en pronósticos positivos para el equipo.
Bajo estas coordenadas, no está previsto que el plantel de incorporaciones se cierre con tan sólo un par de nombres. Todavía siguen vivas las expectativas de firmar a Robert Lewandowski, Bernardo Silva, Marcos Alonso o César Azpilicueta. Para completar la jugada con el delantero polaco, el Bayern de Munich debe antes dar el “sí, quiero” a la oferta de cuarenta millones que ha puesto el Barça sobre la mesa, una cifra que el representante del jugador exigió para vehicular el fichaje con acierto. Con respecto al jugador del City, es cierto que la cosa parece haberse desinflado en las últimas semanas porque el club inglés está pidiendo más de ochenta millones, pero la negociación sigue abierta. Lo que sí parece prácticamente hecho es la contratación de los laterales del Chelsea; tanto ellos como el club londinense están conformes con el cambio de aires.
Durante la presentación de Christensen hubo tiempo para hacer del acto toda una declaración de intenciones. Laporta aprovechó el momento para lanzar un mensaje de optimismo en materia económica, informando de que la entidad blaugrana se encuentra ahora mismo en plena etapa de recuperación y de amortizar lo que se debe. El mandatario dejó claro que estos últimos tiempos de crisis propia han contribuido a que los equipos rivales aventajen al Barcelona en la disputa de títulos. Con similar melodía intervino en el acto el secretario técnico Jordi Cruyff, que se mostró confiando en que la activación del siguiente acuerdo televisivo permita aspirar a todos los títulos de la temporada. Esto, unido a las rebajas salariales de algunos jugadores, facilitará mucho la tarea a la hora de configurar una plantilla más competitiva. Mientras tanto, ahí seguía el central danés, atento a todo, pero sin saber muy bien qué estaba sucediendo.
Christensen aterriza en el Camp Nou con el viento a favor, y es que todo parece indicar que por el momento sólo deberá disputarle el puesto a Gerard Piqué, teniendo en cuenta las salidas inminentes de Lenglet, Umtiti y Mingueza. El internacional con Dinamarca llega como agente libre tras haber permanecido en el Chelsea las cinco últimas temporadas. En Barcelona entienden que el jugador reúne las cualidades que el equipo necesita para equilibrar la contundencia en la línea defensiva y construir además una buena salida de balón. Su metro noventa, su velocidad y su disposición competitiva se encargan del resto. El ritmo de la Premier es uno de los atractivos que ha llevado a la dirección deportiva a pescar en el mercado inglés. Si a todo esto se le suma el hecho de que Andreas Christensen contó durante su presentación que a los ocho años dejó escrito en una nota que su sueño era jugar en el Barcelona, todo apunta a que hay central para rato.
La posibilidad de seguir reforzando el centro de la zaga con el sevillista Jules Koundé todavía está rodeada de misterio, pero no descartada. De llegar a buen puerto, seguro que la acogida es calurosa, y es que Piqué, además de mostrarse siempre dispuesto a asumir competencias, es también especialista en hacer de anfitrión ejemplar para que la integración de jugadores nuevos esté libre de todo obstáculo.
