¿Votar o no votar?, es la pregunta que muchos mexicanos se hacen en torno a la consulta sobre la revocación de mandato del presidente López Obrador.
El proceso se ha manoseado y politizado tanto que hoy en día son muy pocos los ciudadanos que apoyan esta acción que en otras condiciones sería muy benéfica para la democracia mexicana.
En países desarrollados como Estados Unidos estas consultas son muy socorridas, especialmente para someter a debate a gobernadores que no cumplen con las expectativas o simplemente se han dedicado a otras cosas menos a administrar.
Tradicionalmente un proceso de revocación de mandato surge de uno o varios grupos opositores que desean destituir a un gobernante por su incapacidad.
Sin embargo, en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien impulsó ampliamente este propuesta en su campaña, desea ahora a todas luces aprovechar su imagen para demostrar que su régimen cuenta con un vasto respaldo.
Tal es su obsesión de sacar adelante el proyecto que han sido los simpatizantes de Morena quienes se dedicaron a obtener las firmas necesarias para que la consulta fuera aprobada. Consiguieron más de once millones de firmas lo que no es poca cosa, aunque no han faltado denuncias sobre la autenticidad de las mismas.
Esto evidencia que la consulta de revocación no cumplirá su fin primordial de ofrecer a los votantes desilusionados la opción de cambiar al presidente en turno a la mitad de su administración.
Para la consulta el Instituto Nacional Electoral gastará cerca de 4 mil millones de pesos -un 30 por ciento menos del presupuesto solicitado- e instalará más de 160 mil casillas en el país en la votación programada para el domingo 10 de abril de 8 de la mañana a las 6 de la tarde.
Las huestes morenistas harán todo lo posible para que AMLO salga triunfante en la consulta mientras la oposición -en especial el PAN y el PRI- desaprueban enfáticamente el experimento por su alto costo económico y por la manipulación que López Obrador ha hecho del mismo.
En tanto un amplio sector de la ciudadanía que está inconforme por el errático e ineficiente gobierno del tabasqueño, no tiene una postura uniforme en torno a la consulta.
En las últimas semanas abundan en las redes sociales mensajes donde se invita a no acudir a las urnas, me sorprendió uno que dice así:
"¿Dudas en participar?, ¿votar?, ¿asistir? ¿Quieres votar por México? Dejemos las urnas vacías". Firma: #Yo Voto Por México y #No Revocación.
Soy inexperto en estrategia y marketing político, pero a decir verdad no estoy de acuerdo en dar la espalda a un proceso que si bien ha sido explotado por López Obrador, también los mexicanos podríamos aprovecharlo.
Una asistencia pobre a las urnas dejaría mal parado al primer mandatario, sin embargo sabrá sacarle raja acusando al INE de que no lo promovió y de que instaló un número reducido de casillas en comparación a una elección federal.
En cambio el mejor mensaje que podría recibir AMLO en esta consulta será que un alto porcentaje de mexicanos solicite la revocación de su mandato lo que motivaría a reencauzar sus políticas populistas y de confrontación.
Será muy difícil que el 40 por ciento del padrón electoral salga a votar y la mayoría opte por la revocación para hacer vinculante el proceso y obligar a López Obrador a renunciar y abandonar Palacio Nacional con sus mañaneras y demás circo.
Pero, ¿qué tal si al menos un 40 por ciento vota por la revocación para evidenciar un alto porcentaje de ciudadanos inconformes?
El abstencionismo es el peor enemigo de la democracia y la mejor arma para que los gobiernos autoritarios y dictatoriales se afiancen en el poder.
¿Ya se nos olvidó que el PRI mantuvo el control de México durante setenta años gracias a la escasa participación ciudadana en las urnas lo que permitía al gobierno realizar todo tipo de chanchullos y fraudes electorales?
Hay que pensarla mejor amigos, salgamos a votar sin importar que al final del día López Obrador se salga con la suya, peor será si el porcentaje de votos a favor de la revocación resulta ser escaso.
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