Plataformas, servicios de streaming, podcast, audiolibros, espectáculos en realidad virtual… nunca ha sido tan sencillo compartir arte y creatividad, pero, paradójicamente, para muchos artistas nunca ha resultado tan difícil cobrar una remuneración justa por su trabajo.
La pandemia de COVID-19 y el descenso en la inversión pública han agravado la vulnerabilidad económica y social de artistas y profesionales de la cultura: en 2020 se perdieron 10 millones de puestos de trabajo culturales y creativos debido a la pandemia, al tiempo que el valor añadido bruto de tales actividades decrecía en 750 mil millones de dólares. En algunos países se registran descensos de entre 20 y 40% en los ingresos de estas industrias.
La tendencia a la baja en la inversión pública en cultura y la ínfima proporción de la Ayuda Oficial al Desarrollo dedicada a la cultura y el ocio (no más del 0.23% en 2018) deben preocuparnos porque la cultura será imprescindible para la reconstrucción en la postpandemia. No solo por fomentar el esparcimiento y la participación, sino también por su considerable y creciente peso económico: entre 2006 y 2019 las exportaciones mundiales de servicios culturales duplicaron su valor, hasta alcanzar los 117,400 millones de dólares.
Estos datos proceden del Informe Mundial de la UNESCO, RePensar las Políticas para la Creatividad, que publicamos hoy y que muestra cómo persisten en el sector cultural problemas relacionados con el justo reconocimiento del derecho de autor, la privacidad y la seguridad en línea, la censura, modelos que no logran remuneraciones justas para los creadores, la desigualdad en el ejercicio del derecho a participar en la vida cultural, o el impacto ambiental de lo digital.
El Informe subraya también diferencias persistentes respecto a la igualdad de género: solo 33% de los premios principales de 60 grandes festivales de cine recayeron en mujeres artistas y productoras en 2019. Y solo 32% de los premios nacionales de artes se conceden a mujeres.
Urge actuar para hacer frente a estos desafíos, porque garantizar el derecho de todas las personas a participar en la vida cultural es un requisito básico del desarrollo sostenible.
Así, nuestro Informe pone de relieve políticas destinadas a la formación y la creación de empleo en los sectores culturales y creativos, al refuerzo de las alianzas con la sociedad civil en apoyo de la gobernanza participativa de la cultura, y a la mejora del acceso a la cultura para reducir las desigualdades.
Porque la cultura, un bien público mundial, debe ser parte integrante de un nuevo acuerdo solidario. Con la aspiración de renovar ese pacto, la UNESCO y las autoridades mexicanas reunirán en septiembre a los gobiernos de sus 193 Estados Miembros en la Conferencia Mundial de Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible MONDIACULT 2022, que redefinirá la agenda cultural para los próximos decenios y sentará las bases de unos sectores culturales y creativos resilientes, prósperos e inclusivos.
Subdirector General de Cultura de la UNESCO