(FOTO: MARTA CALVO)
El pasado cuatro de marzo la escritora mexicana Cristina Rivera Garza compartió en su cuenta de Twitter noticias recientes sobre el feminicidio de su hermana Liliana ocurrido en 1990. Se trata de un video en el que ella misma narra sobre la supuesta muerte del asesino que vivió el resto de su vida identificado con otro nombre y prófugo de la ley.
La autora guardó silencio por 30 años, pero, después de la publicación de El invencible verano de Liliana (un libro que celebra el paso de su hermana en la Tierra), Cristina no se ha detenido en denunciar y exigir justicia para una mujer "que lleva muchos más años bajo tierra de los que vivió sobre la tierra", así reza una frase de un libro de entraña que se publica en una realidad en la que, en promedio, se mata a 10 mujeres por día sólo por el hecho de ser mujeres.
Rivera Garza está consciente de esta realidad, es por eso que por medio de su escritura pone sobre la mesa reflexiones que giran en torno al feminismo y a la lucha de un movimiento al que se suma con rabia, pero con una rabia que se canaliza en acción y que abre camino, que acompaña, que traduce, reinterpreta y exige un mundo mejor para quienes han sido encasilladas como el "sexo débil", pero que justo, gracias a ese concepto de rabia se han ganado el derecho a votar, a ir a la universidad, y reciente mente, a decidir sobre su cuerpo, esto por poner algunos ejemplos.
Hoy, Día Internacional de la Mujer, vale la pena discurrir en el contexto actual y apelar a la memoria de incontables feminicidios que manchan de sangre a un país que sigue en deuda con las mujeres. Aquí un diálogo que se mantuvo con Cristina Rivera Garza, una escritora enrabiada…
Nos entregas El invencible verano de Liliana, una obra tan personal pero que se universaliza porque dejas al lector asomarse a sentimientos tan humanos que se detonan en la tragedia….
Este es, en efecto, mi libro más personal, uno escrito de manera plural en conjunto con mi hermana, quien puso la guía con sus propios escritos, sus compañeros de equipo, sus enamorados, sus mejores amigas, sus familiares. Es un libro, también, desde la más aguda vulnerabilidad. Digo esto y, sin embargo, recuerdo: todo libro que valga la pena, todo libro que en verdad conmine una respuesta, es un libro personal (que no es lo mismo que decir individual). No hay literatura, por supuesto, sin una vulnerabilidad compartida.
¿Para ti la literatura es una forma de crear pensamiento ante discursos hegemónicos de poder y estructuras de conocimiento dominantes?
Escribir la historia de un feminicidio en el lenguaje del patriarcado, un sistema, y un lenguaje, que lo provoca y lo justifica al mismo tiempo es una tarea difícil. Hay que obligar al lenguaje a decir lo que, desde su posición dominante, no quiere o no puede decir. Hay que volver expresable lo inexpresable. Si estamos escribiendo contra el poder estamos, naturalmente, cuestionando el lenguaje mismo, interrogando sus contextos, sus alcances, sus puntos ciegos. Todes les escritores que viven en cuerpos no normativos lo saben muy bien.
Pronuncias en una entrevista que si hubieras estado cómoda en el mundo en que vivías nunca hubieras escrito una palabra, en ese sentido, ¿Qué representa para ti el acto de la palabra escrita como una especie de postura contestataria y de resistencia?
La escritura nos demuestra que el mundo, tal y como lo vemos, bien puede ser otro distinto. La imaginación crítica, que es también una imaginación política, es un componente básico y poderoso de cualquier práctica escritural. La escritura no sólo informa o entretiene, también conmina, también hace posible ese encuentro con los otros sin el cual no podríamos trasnformarlo todo.
Ahora, dentro de El invencible verano de Liliana abordas mucho el tema de la memoria, actualmente cómo visualizas el trabajo que los periodistas mexicanos hacen para que las víctimas de feminicidio no sean olvidadas y sus casos invisibilizados, esto, cabe mencionar, también, bajo un contexto de violencia que constantemente los amenaza
Admiro el trabajo de investigación del colectivo Periodistas de a pie, entre ellas el incansable trabajo de Daniela Rea y de Marcela Turatti. Ese compromiso nos ha enseñado tanto a muchas sobre lo que podemos lograr cuando trabajamos juntas, cuando creamos redes de solidaridad y cuidado entre nosotras.
Relatas en el libro que cuando le arrebatan la vida a tu hermana, el feminicidio aún no estaba tipificado. En ese sentido, también escribes que el que las cosas se comiencen a llamar con su nombre es un esfuerzo que han realizado diversos grupos de activistas y diversos grupos de "sufrientes" quienes han puesto a funcionar el lenguaje en los juzgados, ¿Qué me puedes comentar al respecto?
El invencible verano de Liliana le debe mucho, o todo, a las luchas de mujeres, feministas y no, que han conmovido la médula de este país en las últimas décadas. El lenguaje se produce en las calles, en los encuentros de la vida cotidiana, en la urgencia que comparten cuerpos concretos en espacios concretos. Sin el dolor de tantas mujeres, sin su convicción, especialmente, sin su testarudez, todavía estaríamos balbuceando. Queda mucho por hacer, por supuesto, pero haríamos mal en no reconocer la muy larga tradición de movilizaciones de mujeres que, en su época moderna, empiezan en este país en 1916, con la organización del primer Congreso Feminista en Yucatán.
"Uno nunca está más inerme que cuando no tiene lenguaje. El lenguaje de la justicia", es una de las frases que rescato del libro. Dónde estamos y hacía donde vamos, respecto a ese tema, en México.
Por fortuna (porque es necesaria) y por desgracia (porque la guerra contra las mujeres no termina), contamos con una Fiscalía de Feminicidios en la Ciudad de México, presidida por una abogada que respeto mucho: Sayuri Herrera. Necesitamos que este tipo de instituciones cuenten con la infraestructura y el personal y el presupuesto necesario para que hagan bien su trabajo. Necesitamos afrontar e interrogar continuamente la impunidad del estado, y la impunidad que, desde la sociedad civil, se teje con indiferencia, con ese hacerse de la vista gorda cuando los feminicidas se pasean orondos como si nada en escuelas, casas, lugares de trabajo. Hay mucho por hacer.
En Ya para siempre erabiadas abordas el concepto de la escuela de la rabia, que significa, más allá de lo evidente, el significado de esta palabra en el contexto actual.
La rabia no se borra con represión o discursos. Ante la rabia que se genera debido al cúmulo de violencias cotidianas y letales, sólo queda ofrecer la mano de la justicia.
El tema del activismo es uno que ha tomado fuerza en los últimos años, y, creo, aquí entra un tema que, justo, abordas en el texto antes mencionado y que tiene que ver con ubicar al coraje como detonante de conciencia y de acción.
Fíjate que hermosa y proteica es esa palabra: coraje. Abarca la rabia, pero también la valentía. Estamos ahí las que nunca dejaremos de estar iracundas contra un sistema mortífero, y también las que nos sabemos abrazar con convicción y escucharnos con calma. Mi madre solía decir que yo era una corajuda. La vida le ha demostrado que estaba en lo correcto.
Por último ¿Cómo describir el momento que vive actualmente el feminismo en México?
El momento de los feminismos en México. El plural es importante. Hay que escuchar con mucho cuidado a las nuevas generaciones de mujeres que toman la calle y el lenguaje para poder enunciar otra realidad. Hay que cerrar filas y aprender a estar en desacuerdo al mismo tiempo. El disenso nos viene bien.
Hoy subí un video (4 de marzo) con noticias sobre el caso de mi hermana. Para mí es importante que el nombre de Mitchell Angelo Giovanni, el alias que utilizó el presunto feminicida Angel González Ramos en el sur de California mientras huía de la justicia, vea la luz. Los feminicidas no actúan solos. Sus amigos y familiares debieron haber sabido por qué utilizaba un nombre falso. Al callar, al encubrirlo, todos ellos se vuelven cómplices.