Hace tiempo tuve la oportunidad de platicar con un sacerdote entrado en años -84-, hombre sabio, quien vive en carne propia la evolución de la Iglesia Católica, con su constante descenso de feligreses.
Pregunté: ¿por qué?, él respondió: "Por privilegiar el poder".
A mí pregunta concreta sobre el futuro del catolicismo fue enfática, rápida y directa: el laicismo, con la participación de los creyentes en actividades anteriormente reservadas para los sacerdotes, quienes no alcanzan a cubrir las necesidades espirituales/administrativas de la iglesia.
El problema es claro: cada vez hay menos interesados en prepararse para el sacerdocio y la grey crece sin la suficiente cantidad de pastores. Interesante saber que México es el segundo país, -luego de EUA- con más sacerdotes, aunque las cuentas entre efectivos, muertos y desertores no quedan claras.
Son muchos los factores que pueden dar explicación a los porqués del descenso de la religiosidad y es difícil ponderarlos en importancia; sin embargo, quizá la más importante sea su falta de adaptación ante la modernidad.
La Iglesia Católica, continúa con anquilosado apego a las tradiciones, normas y leyes dictadas muchísimo tiempo atrás y el mundo ha cambiado radicalmente.
Hace casi mil años, Benedicto VIII, ordenó el celibato y al preguntarle al experto, me respondió: sin duda, un hombre sin ataduras familiares puede servir mucho mejor. Gran verdad, aunque no existe respuesta saludable sobre la sexualidad de tales religiosos; sé que existe la sublimación -acción psicológica de algunos, quienes, a través de oración y meditación, bloquean el erotismo-… pero representan pocos casos.
Para las mujeres hubo una salida colateral: hacerlas monjas; religiosas que comúnmente viven en encierro y solamente salen de sus claustros para atender actividades de servicio -asilos, orfanatorios, etc.-; ellas no pueden apoyar a desahogar las funciones sacerdotales, como oficiar misa o confesar.
En ello, las feministas radicales encuentran una fuerte excusa para su agresividad.
La realidad: no existe alternativa para atender la fisiología sexual; sé que sostienen diversos centros de atención psicológica y que en ellos atienden a los afectados profundamente -pedófilos y otros psicológicamente dañados- pero habrá que encontrar soluciones para todos. Algunos eligen el camino directo: abandonar la vocación.
Otras causas del abandono lo encontramos en las discrepancias en temas de: natalidad, divorcio, aborto, eutanasia y/o sexualidad.
Del divorcio, aunque cuentan con un proceso jurídico, es lento y desesperante para quienes lo soportan, incluidos religiosos que prefirieron "colgar su hábito", para luego, de cualquier forma, reorganizar sus vidas.
Los métodos anticonceptivos son prohibidos, salvo el coito interruptus y el Billings o "filancia cervical".
Interrumpir el coito es contrario a la naturaleza, provocando problemas emocionales y de pareja que pueden llevar a la separación; sobre el Billings: es efectivo, siempre y cuando se cumplan reglas estrictas, que requieren una educación básica general y sexual que aún no poseemos los mexicanos.
Desde luego que el aborto es un acto criminal en la mayoría de los casos y sobre la homosexualidad, evidente que se trata de realidades que se han abierto -"salir del closet"- en un mundo que debate sobre los límites entre libertad y libertinaje.
Lo cierto es que la lucha del catolicismo, analizando sus leyes y tradiciones, se da con la desventaja de los tiempos; la comunicación de las ideas; el liberalismo que constantemente rebasa a la libertad y llega al libertinaje; y la falta de formación, -hasta deformación- de ética y moralidad.
Ambos temas ya los hemos dialogado y mi postura siempre ha sido de profundo respeto a los grupos minoritarios y sus actos, señalándoles su responsabilidad de aplicárselo a ellos mismos, atendiendo el sentido comunitario; recordemos que las propias enseñanzas cristianas ordenan tolerancia, hacer consciencia y autodefender honestamente el alma.
Son temas de alto grado de dificultad, con lucha político-religiosa entre los propios católicos; reto para el actual Papa, que sabe del deterioro al interior de la administración y el descenso de practicantes.
Son cuestionamientos que deben atenderse desde el punto de vista moral, apegados a las enseñanzas de Jesús, pero desperezando al aparato burocrático, participando todos los fieles, cada quién desde su postura, dando elementos al líder para que nos oriente y mantenga sanos espiritualmente.
Bueno sería que fueran deshaciendo los nudos "menos enredados", empezando por aprovechar el laicismo, concediendo mayor accesibilidad y participación a todos los feligreses - existe una amplia gama de "ministros laicos" que ya auxilian en los templos.
Ahora, el Papa nombró más cardenales y abrió el debate sobre temas que deben ser considerados conforme a lo enseñado por Jesús, abandonando sentencias impuestas, atemporales y poco actualizadas.
Desde luego que la religión es él opio del pueblo, en el sentido de la continencia y definición de límites entre "mi derecho y tu derecho" y que es excelente institución para ponderar los actos humanos de la sociedad posmoderna.
Tema escabroso… ¿verdad? ¿Usted que piensa?
ydarwich@ual.mx