Nunca se había sentido tan mal en esta época. Los problemas se le iban acumulando interminablemente. Primero fue lo del correo que le enviaron de la OMCOI —Organización Mundial Contra la Obesidad Infantil— , solicitándole, casi exigiéndole que dejara de ser el personaje que había sido siempre pues su rechoncha figura combinada con su persistente risa, era un pésimo ejemplo para los niños, quienes al verlo creían que ser obeso era sinónimo de ser feliz.
Eso contradecía una campaña mundial contra la obesidad infantil en la cual se habían invertido millones de dólares.
Le enviaron también a una experta nutricionista que le hacía comer pepino, brócoli y lechuga a todas horas del día. La licenciada le prohibió terminantemente y para siempre no sólo los tamales y los buñuelos, sino también las bebidas azucaradas y ahora no sabía cómo iba a cumplir con la campaña de ese refresco de cola que le había adelantado dos millones y medio de dólares por hacer los promocionales que pasarían en la televisión mundial, traducidos a siete idiomas y cuatro dialectos.
Además el brócoli le producía terribles gases y temía que, en la Nochebuena, al ir a agacharse a dejarle sus juguetes a una niña que se había portado muy bien, se le saliera involuntariamente una sonora flatulencia que despertara a toda la familia, por el ruido y por los insoportables aromas que invadirían el ambiente.
Alguien con muy mala leche —no quisiera pensar que fueron los magos de la competencia— había hecho declaraciones a una revista de chismes de espectáculos donde se hacía dudar de su honorabilidad y que “por eso se hace llamar ‘santa’ y no ‘santo’” cuando él ya tenía varios años tratando de que no le aplicaran ese adjetivo femenino precisamente porque como dicen: “así empiezan los chismes”.
Las desgracias nunca vienen solas. Los renos habían presentado una protesta ante el sindicato por la cantidad de juguetes que cargaba el trineo, aparte de los más de 200 kilos que pesaba el célebre conductor, muy sonriente, muy sonriente, pero francamente desconsiderado pues hasta parecía burlarse de los animalitos que apenas podían correr arrastrando aquella mole inmensa… ya no se diga volar. Presentaron un pliego petitorio ante la Comisión de Honor y Justicia exigiendo que la carga no pasara de media tonelada incluyendo en ella el peso del célebre personaje.
Además para estirar el trineo se había descartado a Rodolfo al descubrir que su famosa nariz roja era a causa de la ingesta de dos botellas diarias que se chupaba de tequila reposado y temían ser detenidos por el operativo antialcohólico que, dado el caso, les aplicaría una multa millonaria.
De todas maneras, gracias a Dios y a que vivimos en este país, todo se pudo arreglar con algunos billetitos y el día 24 de diciembre, por la noche, volveremos a ver surcar el cielo al ícono navideño en su trineo y escucharemos felices otra vez su: jo, jo, jo, jo, jo… ¡Feliz Navidad!
Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios.
donjuanrecaredo@gmail.com Twitter: @donjuanrecaredoME PREGUNTA FelisaFuentes: ¿Es cierto que lo correcto no es decir matachinessino matlachines?LE RESPONDO: Es falso. Lapalabra correcta es matachines. Proviene del italiano mattaccino que se relaciona conun payaso o bufónLAS PALABRAS TIENEN LAPALABRA. Dijo Cervantes: “Nohay en la tierra, conforme a miparecer, contento que se igualea recuperar la libertad perdida”.