En la Feria del Libro de Guadalajara, Fernando Savater dijo: "Los libros son la base de la libertad. Hoy los libros tienen mucha competencia, un montón de pantallas con las que podemos asomarnos a todo tipo de cosas, pero un libro te brinda una experiencia única que te permite comprender con sosiego y te proporciona herramientas para una vida en libertad. Además, el libro te da uno de los grandes descubrimientos para nuestra existencia: leer. Cuando uno entra en el campo de la lectura empieza el mundo maravilloso". Tiene toda la razón.
Hace 3000 años, en Mesopotamia, apareció la primera escritura llamada "cuneiforme", por marcarse con cuñas en tablillas de arcilla, generando un salto enorme en el conocimiento; entonces, quedaban escritos conocimientos de los antecesores, significando acúmulos de información que dejaban oportunidad al aprendizaje sumatorio.
Actualmente, lentamente, vamos dejando de leer y con ello renunciamos al mejor ejercicio cerebral. Así, "el que nada sabe, nada teme", como sentenciaban los anteriores profesores, quienes decían verdad.
Es conocida la importancia del leer para desarrollar las que ahora se conocen como "redes cerebrales", que son un maravilloso apelotonamiento de neuronas con sus axones y dendritas interconectados, que nos permiten acceder a cualquier tipo de conocimiento almacenado, recordar experiencias humanas de todos los siglos, estimular a la memoria y a la imaginación, aumentar la capacidad de atención y comprensión, generar mayor conocimiento y tomar mejores decisiones. Ahora, el desuso permite a los maliciosos moverse "en la oscuridad" y en nuestra contra.
Leer nutre la lingüística, permitiéndonos mejorar nuestra comunicación, ganando ventajas competitivas y enriqueciéndonos el pensamiento. Tanto así.
El envejecimiento cerebral provoca detrimento de nuestras posibilidades de comprender, de ahí que evitarlo es importante: una buena dieta, ejercicio y pensar… pensar y pensar, es la mejor prevención y resulta que, entre todos los ejercicios para cuidar los procesos mentales está: ¡leer!
Los jóvenes del presente, mayormente los niños, están siendo violentados en sus derechos a pensar por los malintencionados interesados en que no crezcamos intelectualmente, se han aprovechado de los descubrimientos de la ciencia y la técnica para disminuir nuestras capacidades de discernir entre lo bueno o malo, según nuestros intereses.
Sé que dirán: los jóvenes de hoy saben mucho más que los ahora viejos. Tienen razón, pero no se trata de competencias generacionales; por el contrario, es sumar conocimientos anteriores para favorecer descubrimientos y, de nuevo, la mejor herramienta para enriquecernos es ejercitando al cerebro, obligándolo a mantenerse y desarrollar nuevas interconexiones. El mejor entrenamiento: leer.
Le propongo un ejercicio para demostrarnos la importancia de leer: a sus menores recíteles un párrafo de alguna historia que les agrade -mejor escuchando con los ojos cerrados- y después, pídales que describan lo que les ha narrado; le garantizo definirán colores, personas y cosas distintas. Eso es pensar, lo que nos quitan al ofrecernos la información ya "digerida" con imágenes que evitan imaginar lo que es obviado al ver y/o oír para identificar lo mostrado.
En los procesos digeridos -videos, sonidos- las redes neuronales no son estimuladas igual que al leer y tampoco establecen nuevas interconexiones. A esas uniones les llaman "sinapsis", que son de diferentes formas y para que funcionen, participan procesos físicos y químicos muy sofisticados; los neurólogos, las identifican como término/terminales, término/laterales, laterales/laterales. Son verdaderos "enredos de inteligencia''.
Cada día nos condicionan a pensar menos y parece mejor que nos expliquen; el daño es lento y pernicioso; aún más, cuando utilizan imágenes, incluidos movimientos, sonidos y musicalizaciones. Dicho de otra manera: "ellos piensan por ti… pero también deciden por ti".
Para aprender, en la actualidad existen recursos formidables y los viejos envidiamos las posibilidades que tienen los jóvenes para acceder al conocimiento… "si en nuestros tiempos hubiéramos tenido internet", decimos como reclamo.
La verdad es que aún en las "redes sociales", leer es mejor que ver y en todo caso, disfrutar un texto sobre un tema y después compararlo revisando videos que nos ofrecen. Desarrollando criterio.
A los más viejos, nuestros mayores -papás o familiares- nos leían cuentos o pedían cerráramos los ojos para escuchar una historia; con ello nos obligaban a imaginar, pensar, crecer y desarrollarnos cerebralmente.
Le comparto datos investigados: Dicen que hay 300,000 diferentes palabras en español -algunos aseguran que son hasta un millón cuatrocientos- y el Quijote utiliza 22,929. Un adulto con estudios superiores puede llegar a conocer hasta el 75% y un joven -hasta 24 años- solo el 60%.
Sorpréndase: en pláticas los viejos utilizan 320 palabras diferentes; en una canción de reggaeton solo mencionan 30.
A menor educación escolarizada menos lectura, menos uso de palabras en la vida cotidiana, consecuentemente menor desarrollo de redes neuronales y capacidades de decidir entre verdad y engaño. ¿Entiende cómo nos manipulan?
Le invito a promover la lectura buscándolo cómo interesar a los menores.
ydarwich@ual.mx