EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Sin lugar a dudas...

Memorial de guerra

PATRICIO DE LA FUENTE

En entrevista radiofónica, el embajador Juan Ramón de la Fuente, representante permanente de México ante el Consejo de Seguridad de la ONU, hizo un balance reciente sobre lo que acontece en Ucrania.

"La situación en Ucrania es muy triste y frágil. El saldo es altísimo; en las últimas cifras llegamos a 4 millones de refugiados, el 90 porciento mujeres y niños, y hay 7 millones de desplazados internos", afirmó. "Dichas cifras ayudan a dimensionar e imaginarnos lo que está pasando con la población civil que es como siempre la más golpeada y la más injustamente afectada", señaló.

Frente al conflicto bélico al que asistimos, es pertinente ahondar en lecciones y paralelismos históricos de los cuales parece poco aprendió la humanidad.

Un 6 de agosto de 1945, Estados Unidos lanza la primera bomba atómica de todos los tiempos sobre la ciudad de Hiroshima, Japón, provocando casi 150 mil víctimas.

A fin de recordar la enorme cantidad de muertes que causó la explosión y clamar por estabilidad hacia el futuro, en 1954 concluyen las obras del Parque Conmemorativo de la Paz, un espacio de 122 mil metros cuadrados a cargo del célebre arquitecto japonés Tange Kenzo.

En dicha edificación existe una llama que permanece encendida desde 1945. La flama, incólume, nos recuerda el absurdo que significa cualquier guerra y evidencia hasta qué grado los hombres son presa de su propia ambición.

La llama de la paz arde en memoria de aquellos que perecieron en vano, parece estar sollozando en silencio para que jamás olvidemos los infortunios que siempre trae consigo la guerra. Hace casi ocho décadas se prendió una flama que estará encendida hasta que todas las armas nucleares del mundo sean eliminadas.

Con voluntad, casi cualquier conflicto se puede evitar. Durante la Guerra Fría, período que comprende buena parte de la segunda mitad del siglo pasado, el mundo vivió en peligro. Los dos miedos latentes que imperaron en aquel entonces, especialmente en Estados Unidos, eran el pavor al comunismo y el terror a una guerra nuclear. Hacia fines de los años cincuenta, gran parte de los hogares estadounidenses contaban con bunkers para protegerse de la posible detonación de una bomba o un ataque del llamado enemigo rojo: la URSS.

Hacia octubre de 1962, aviones caza estadounidenses que realizaban un vuelo de espionaje y reconocimiento sobre la isla de Cuba, detectaron la presencia de misiles balísticos soviéticos de mediano y largo alcance con ojivas nucleares. Aunque las estructuras no eran operacionales y se encontraban en construcción, al serlo, inevitablemente se convertirían en una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos, la estabilidad de la región y la paz del mundo. Cabe recordar que en caso de ser disparados, los misiles podrían alcanzar, en cuestión de minutos, a la mayoría de las ciudades de Norteamérica. Por donde se le mirase, dicho escenario suponía la peor de las catástrofes.

Los trece días que precedieron el descubrimiento de los misiles y las negociaciones entre Estados Unidos y la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, representan uno de los momentos más difíciles y álgidos en la historia de la diplomacia y ciertamente la prueba de fuego para el gobierno del entonces Presidente John F. Kennedy, prueba de la que por fortuna habría de salir bien librado. En el marco de las charlas secretas con el premier ruso, Nikita Khrushchev, ninguno de los escenarios contemplados por los militares que rodeaban a Kennedy -con ansias reivindicatorias tras el fiasco que supuso la fallida invasión a Bahía de Cochinos escasos meses atrás- era sencillo. Bajo las reglas de combate, invadir Cuba o disparar a los misiles equivaldría a que los soviéticos pudiesen atacar Berlín o a la América continental.

El gobierno de Kennedy optó por un bloqueo a Cuba -el cual hasta la fecha subsiste- so pretexto de evitar la introducción de más armas a la isla. Tras trece días de álgida discusión -que se llevó al pleno del Consejo de Seguridad de la ONU- los rusos acordaron desmantelar los misiles apostados en Cuba bajo la condición de que el gobierno de Estados Unidos hiciese lo propio con los que tenía - apuntando hacia Rusia- en Turquía. Nunca como en aquellas semanas, el mundo estuvo tan cerca de una catástrofe con posibles consecuencias que, de haber ocurrido, no me atrevería siquiera a imaginar. Por fortuna, en aquel entonces la sensatez y los poderes de la diplomacia hicieron su parte y obraron un gran proceso de distensión.

Existió un hombre que se atrevió a imaginar lo que hubiera ocurrido en caso de que el conflicto de la Crisis de los Misiles de Cuba hubiese tomado otro rumbo. En una de sus mejores películas, Dr Strangelove, Stanley Kubrick retrata el absurdo, lo inimaginable, lo que todos alguna vez pensamos pero nunca quisimos expresar. Es un ejercicio de creatividad e imaginación, un clamor que vale la pena escuchar.

Y claro, también queda la Flama de la Paz ahí, en Hiroshima. Permanece ardiente, sigue encendida. ¿Hasta cuándo? Parece que no hemos aprendido gran cosa.

 Twitter @patoloquasto

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: sin lugar a dudas editoriales editorial PATRICIO DE LA FUENTE

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 2076099

elsiglo.mx