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México y la alianza de las Américas

JULIO FAESLER

Independientemente del acierto o error que el presidente de México asistiese, la Cumbre de las Américas se realizó esta semana en Los Ángeles con las notorias ausencias de Cuba, Nicaragua y Venezuela. El escrúpulo izquierdista que criticó al presidente Biden por no invitar a tres países y el presidente Fernández de Argentina fue su vocero.

El presidente de México no partició en el evento pero la participación de México se aseguró con la presencia de nuestro canciller Marcelo Ébrard que suscribió los acuerdos de la Cumbre en la Alianza de las Américas para la Prosperidad peconómica y otros documentos sobre como losmedio ambiente y salud.

Por su ausencia López Obrador se privó de contactos y provechosos intercambios de ideas con sus colegas. Su próximo encuentro bilateral con el Presidente Biden no sustituirá tal experiencia.

Lo trascendente para nosotros es que en la Cumbre el presidente Biden delineó la política norteamericana para la América Latina detallándola en compromisos específicos de acción colectiva liderada por Estados Unidos en una variedad de materias que cubren ocupación, protección de recursos, e,´ñep digno, actividades bancaria y seguridad.

Los aspectos de cambio de clima y los de ambiente son los temas que tenemos que nos unen a los propósitos de la Cumbre de las Américas.

Entre los principios que se convinieron en Los Angeles está el que el comercio debe significar un justo reparto de beneficios para todos. La Cumbre expresó que hay que asegurar una corriente de inversiones a las áreas que las requieran.

Esos elementos son oportunos para que revisemos los acuerdos económicos que hemos firmado y se estudian los vigentes con una gran variedad de países. Las recomendaciones de la Cumbre apuntan a las modificaciones que hay que hacer para evitar que se sigamos firmando acuerdos que destruyen producción nacional y generan pasivos en lugar de estímulos al empleo.

Entre los propósitos de la Cumbre de Los Angeles está el de procurar libertades para todo el mundo. Al declarar su intención de mantener al mundo libre para la Democracia es claro que la democracia de la que ahí se habla es el que se supone existe en un sistema de libre mercado.

Pero el compromiso de un comportamiento democrático puede cumplirse de diversas maneras. El acuerdo México Global de Cooperación con la Unión Europea de 1997 tiene la cláusula llamada "democrática" por el que nos obligamos a respetar este principio particularmente en respeto a las libertades de expresión y derechos políticos. No hay alusión a sistemas económicos que sigan las partes. Para algunos países la democracia queda servida con las elecciones abiertas dentro de los órganos internos del partido único en el poder.

La democracia que los Estados Unidos propugnan es, empero, precisamente del tipo liberal que evolucionó en el occidente y que caracteriza la economía de ese país y la mayoría de los de América Latina. Para blindar la democracia mediante el sistema económico el artículo 32.10 del T MEC indica que la suscripción de un TLC por parte de cualquier miembro del T-MEC con un país de economía que no es de mercado permitirá a los otros miembros del T-MEC terminar el propio tratado mediante una notificación previa de seis meses, de modo que el T-MEC se reemplazará con un tratado bilateral entre los dos países restantes.

En realidad, empero, el daño más perverso a las libertades individuales es el de la tiranía, a veces llegada al poder por caminos de elección democrática. Ahí las decisiones públicas se centran en una persona o su grupo, generalmente corrupto, que impide el ejercicio de cualquiera clase de democracia. Es ese este mal, tema muy importante para nosotros, al que hay la sociedad civil tiene que combatir con firmeza.

El que Estados Unidos ya cuente con su programa de acción para la América Latina invita a preguntar si nosotros a nuestra vez contamos con planes que orienten nuestra relación con ese país más allá de la eventual necesidad de discrepar respecto a políticas o decisiones con las de no queremos estar de acuerdo como fueron nuestra oposición a la expulsión de Cuba de la OEA y el bloqueo o a la agresión a Iraq.

Nuestra pertenencia al TMEC hay una cláusula que nos obliga a consultar con nuestros dos socios la intención de suscribir arreglos con países que no sean de un sistema de libre mercado.

Hoydía lo económico y social son los ejes de política norteamericana como parte de su propósito hegemónico mundial. En esa gran visión la defensa de valores democráticos sigue siendo su básica justificación.

La identificación de Democracia con el sistema de apertura de mercado es lo que hay que tomar en cuenta para tratos con otros países donde el sistema sea distinto como por ejemplo en los países del Corán o los países de tradiciones orientales. Debemos estar listos a intercambiar artículos, conocimientos y avances científicos con países de otras culturas.

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Escrito en: México y la alianza de las Américas Julio Faesler Editorial Julio Faesler

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