PESADA ERA LA TARDE EN EL PARAÍSO, POR EL CALOR.
(También en los paraísos las tardes pueden ser pesadas por el calor).
Una mosca revolaba, terca, en torno de Adán. El hombre no la podía alejar de sí, por más que daba manotazos al aire para ahuyentarla.
Volvía la mosca y hacía con su insistente zumbido que el hombre se irritara aún más.
En eso iba pasando el Creador. Le preguntó Adán, molesto:
-Señor: ¿por qué hiciste a la mosca?
Contestó el Padre:
-Jamás me hecho esa pregunta. Pero te confieso que muchas veces me he preguntado por qué te hice a ti.