VARIACIONES OPUS 33 SOBRE EL TEMA DE DON JUAN
El caballero sevillano suele visitar de cuando en cuando la tumba donde será sepultado.
Está en el cementerio que su padre hizo fincar con los dineros de la herencia que habría correspondido a Don Juan, y que perdió por causa de sus calaveradas. Ahí están las mujeres que murieron de amor por él; ahí están los hombres a quienes mató en duelos a espada.
¿Tiene remordimientos el hidalgo cuando lee en las losas funerarias los nombres de sus víctimas? Parece ser que no. Siente sólo una vaga tristeza, la que causa el recuerdo de las cosas idas. Anciano ahora, le parece oír leves chasquidos de besos, chocar de copas, carcajadas. El único beso que le queda por sentir es el que le dará la muerte. La última copa es de amargura. La carcajada final será la de la vida que lo mira irse.
Don Juan ha dispuesto que sobre su tumba no se coloque monumento alguno; sólo una cruz sin nombre, para que se olvide el suyo.
Piensa Don Juan que al final sólo eso le quedará: el olvido y la cruz. Y se entristece.
¡Hasta mañana!...