Es una pena, Terry, amado perro mío, que no puedas venir conmigo al mundo en que vivo. En cambio yo voy contigo a los mundos en que vives tú: el de los sueños, el del recuerdo, el del amor.
En esos mundos, ¿sabes?, nadie muere. Allá todos son lo que acá fueron. Mi abuela Liberata sigue tejiendo de gancho y oyendo en su viejo radio "El derecho de nacer". Mi mamá sigue escribiendo su poema para participar en el concurso de primavera del Círculo Literario "María Enriqueta", y mi papá sigue haciendo su crucigrama de la revista "Sucesos para todos". El tío Refugio sigue riendo porque su esposa, la tía Conchita, dijo: "Me duelen las piernas de atrás". Mi hermano mayor sigue siendo mi mayor hermano, y las amadas sombras siguen dándome su luz.
Tú estás con ellos, Terry, y en ese mundo yo también estoy. Quienes estuvimos una vez unidos jamás nos separamos.
A eso se le llama recuerdo.
A eso se le llama amor.
¡Hasta mañana!...